26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 97 del enchuspado maestro Gardeazábal: Además crueles

@eljodario

No hay niño nacido en el interior de Colombia que se haya olvidado el día que lo llevaron a conocer el mar.

Tampoco hay niño alguno, costeño o del interior, que cuando llegue a una playa no se sienta libre y feliz, correteando, gritando, haciendo sentir a sus padres o a quienes lo acompañan que la sensación de alegría es contagiosa.

Los padres y los tíos y los abuelos gozan llevando a sus hijos, sobrinos y nietos a la playa. Hay una compenetración simbólica entre niño, playa y mar.

De la misma manera, y mientras más evoluciona económicamente este país, los adultos mayores, es decir lo viejos, acuden en mayor cantidad a las distintas playas que hay en Colombia y muchos hemos llegado a tomar la determinación de pasar cada vez más días del año a la orilla del mar.

La razón es sencilla, a esa edad, cuando la mayoría goza de la jubilación y no tiene los afanes del trabajo diario, encuentran que al nivel del mar se puede respirar mejor, que caminar descalzos por la arena revitaliza y que bañarse temprano en las aguas del mar sirve de bálsamo a los años vividos con afanes.

Cruelmente el señor director de la Dimar, el almirante Juan Francisco Herrera y el protuberantemente grotesco ministro de Salud nos han informado a los colombianos que si los asesores fantasmas del gobierno de los mocosos no vuelven y les hacen prolongar la cuarentena otros 15 días, como lo lograron el martes pasado llevándola hasta el 15 de julio y dejando a muchos quebrados comerciantes con los crespos hechos y las esperanzas vuelta añicos.

Si efectivamente el director del magazín de televisión de las 6 de la tarde no vuelve y recula, el 16 de julio, dicen el almirante y el ministro que dizque abrirán las playas a la vez que permitirán los primeros vuelos pilotos del interior a la costa.

Pero jugando a la sevicia, y demostrando que la estigmatización es el arma favorita de quienes nos gobiernan, el protocolo redactado para permitir llegar a la orilla del mar prohíbe drásticamente que a las playas colombianas acudan niños menores de 12 años y ancianos mayores de 70.

Una vez más la crueldad de los mocosos que nos gobiernan se hace evidente. Ya no pueden alegar (mientras se resuelve la tutela interpuesta por los ancianos más cándidos) que se trata de medidas para proteger a los abuelitos y a los niñitos.

Es sencillamente el espíritu vesánico, que florece en cada gesto falseado del presentador de televisión, el que ha terminado por imponerse para que igual que los chicos malos de las tiras cómicas se les pueda sentir desde lejos la felicidad por perseguir a los niños y a los ancianos coartándoles su libertad.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.