4 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 83 del enchuspado maestro Gardeazábal: la Universidad del Valle cumple 75 años

@eljodario

Hoy hace exactamente 75 años la Asamblea del Valle aprobó la fundación de la primera universidad que tuvo Cali.

Por alguna razón, que tiene que ver con el sentido feudal que prevalecía entonces en la sociedad vallecaucana (y que hoy todavía rige a su clase empresarial), la educación no debería brindarse a los estratos sociales inferiores porque traería descontento y rebelión futura y entonces a ella solo podían aspirar quienes pudieran costearse los estudios en Popayán o en Bogotá o en Medellín, y, hasta antes de la segunda guerra mundial, algunos muy ricos que podían hacerlo en Estados Unidos o Europa.

Bogotá había tenido universidades desde entrada la colonia, amparadas todas ellas en las sotanas de las comunidades que acompañaron a los españoles a conquistarnos y colonizarnos.

Popayán había fundado la suya, la Universidad del Cauca, en 1827 y por ella ya habían pasado docena y media de presidentes de este país.

Medellin había fundado la Universidad de Antioquia en 1803 y si bien no había, ni ha educado tantos presidentes, atesoraba un prestigio que atraía como imán.

El Valle, que cultural y políticamente había sido una parte del acrisolado estado del Cauca, estaba muy joven como departamento y muy apegado al dominio económico de 14 o 15 familias latifundistas, desde antes del censo de Carlos III. Pero terminada la guerra, un hombre con visión extraña para el medio, don Tulio Ramírez, acompañado tan solo de su eterna secretaria doña Elva Leonor Ortiz Casas y fundamentado en que había sido rector del Instituto Industrial Antonio José Camacho, se dio a la tarea de fundar una universidad de verdad, que preparara a los vallecaucanos para el nuevo orden mundial que el final de la guerra decretaba.

Fue el doctor Severo Reyes Gamboa el diputado ponente y obviamente don Tulio el primer rector. De allá a esta fecha la Universidad del Valle ha hecho historia sobre sí misma y sobre la región.

Quienes hemos tenido el privilegio de haber estudiado en sus aulas, de haber sido docente en ellas, de haber presidido su Consejo Superior y de haber recibido el doctorado honoris causa envuelto en sus colores rojo y blanco, sentimos hoy una inmensa satisfacción y, como es de esperarse a mi edad, una honda melancolía por haber sido testigos y actores de muchos momentos que año tras año, ladrillo tras ladrillo, permitieron identificarla y marcar su influencia con caracteres indelebles.

Muchos han hecho mucho por ella. Algunos la llevaron a la cúspide trayendo por varios años la ayuda de las Fundaciones Rockefeller y Kellog y permitiéndonos gozar de profesores de altísima calidad. Otros se ingeniaron fórmulas de financiación como la mitológica FES. Los menos hemos hecho novelas con sus espacios y con sus personajes y obligado a estudiosos de Europa, USA y la China a hurgar en sus elementos constitutivos para explicar y entender lo que allí contamos.

En su honor y por su eterna gloria elevo la copa del mejor champán para brindar desde el enchuspamiento por mi universidad, por la del Valle.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal