@eljodario
Para los cachacos la champeta ha sido y sigue siendo una música vulgar y de barriada, exclusiva de Cartagena y de algunos sectores barranquilleros. Como el turista en la ciudad amurallada no llega hasta los bailes populares y en Bocagrande y en la ciudad vieja las discotecas no hacen sonar esa música en los oídos de los bogotanos, que pueden hacerla más conocida o al menos subirla de categoría, la champeta ha quedado en manos y bocas de la plebe cartagenera que distingue a Edy Jey y a Mr Black y repite sus canciones.Lo que nunca se me había ocurrido era que la letra de esos cánticos pudieran tener gracia y ritmo poéticos. Preguntando alguna vez en un recoveco del barrio de Getsemaní( cuando podía ir a Cartagena) sobre el origen de la champeta,un sabio cascarrabias me habló de que Uriel Cassiani en su libro “Música para bandidos” había abierto la puerta para que los cachacos entendiéramos lo que significaba la letra champetúa y puso a sonar tres o cuatro piezas que automáticamente me hicieron comparar a los sonsonetes vallenatos y encontrarle mas espíritu literario que a los versificadores del acordeón.Por esa experiencia,tal vez, o porque cada que pude me metí a la calle de la Medialuna a oírme tres o cuatro champetas después de alguna comida en las inmediaciones, pude valorar lo importante que resultará siendo el libro de José Antonio Támara León donde afirma y comprueba en su estilo desgarrado que la champeta es un género literario.Támara es más conocido en el mundillo intelectual de Cartagena como el necio peludo que firma como “el escribidor” y en los últimos meses porque ha evidenciado que tiene su izquierda propia para hacerle batalla pública al alcalde Dau por quien afirma haber hecho campaña y votado con entusiasmo, pero que lo ha defraudado.Con habilidad visible para narrar.Con bríos de novato pero con sapiencia sobre los ritmos y letras champetos ha montado este libro, escrito más con entusiasmo que con metodología científica,para demostrarnos fehacientemente que esas canciones del Sayayin o de Papa Rasta y de tantos cultores de ese son cartagenero tienen profundidad poética, verbalidad narrativa y trasuntos homéricos.Como tal cuando se termina de leer este extrañísimo libro tituñado exactamente “La champeta un género literario”,comienza a pensarse en la herejía de que la champeta de Cartagena tiene raíces mucho más cercanas a los remotos aedos que los juglares que se volvieron vallenatos.
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