7 mayo, 2024

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Crónica # 589 del maestro Gardeazábal: dos cruces en cementerio burgués

@eljodario

Desde comienzos del siglo pasado les dio a los pueblos provincianos en desarrollo por sentirse ciudades construyendo teatros operísticos bien calcados de Europa.

Surgieron el Junín en Medellín, el Heredia en Cartagena, el Amira de la Rosa en Barranquilla, el Sarmiento en Tuluá, el municipal en Cali. 

Con el paso de los años, el cambio de gustos artísticos y los costos de orquestas, cantantes y desplazamientos los fueron agotando o reemplazando en las ciudades donde el estado no se adueñó de ellos. Al mismo tiempo, unos años después de la primera Guerra Mundial, la burguesía criolla resolvió copiar las formas inglesas de los clubes sociales para congregar integrantes de la clase ascendente y mantenerlos lejos del vulgar pueblo en donde solo los que se abrían paso con mulas cargadas de oro podían ascender de categoría y ser socios de esos clubes.

En muchas de las ciudades donde construyeron los teatros, montaron los clubes. Hoy en día de los unos y de los otros quedan muy pocos, pero esta semana pasada en Cali le pusieron sendas cruces al legendario Teatro Municipal y al mismo tiempo al estiradísimo Club Colombia. 

En un acto atrevido, pero muy realista, dos aristocráticas familias (Las Llano Carvajal y las Neme Hakim) alquilaron el Teatro Municipal, cubrieron su silletería con una plataforma para emparejar con el escenario y celebraron allí una pomposa boda con smoking tropical, cantantes de ópera en los balcones del teatro y música barrroca en el trasfondo escénico.

El hecho en sí, que a muchos debe parecer desconcertante, a otros bellísimo y a algunos más un crimen cultural, demuestra que el Teatro Municipal de Cali ya no sirve para lo que  fue hecho sino que ahora es una excelente sala de eventos y el Club Colombia, donde la burguesía azucarera celebraba sus fiestas, ya no sirve ni da caché para esos festejos.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal

Ambos, entonces, han quedado enterrados con sendas cruces en el hoy repleto cementerio de la oligarquía social y cultural de la capital del Valle.