25 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica #43 del enchuspado maestro Gardeazábal: Avianca

@eljodario

Por muchas décadas oímos, y repetimos mentalmente que Avianca era Colombia. El desarrollo de este país estuvo unido a esa empresa fundada hace cien años en Barranquilla.

Sus aviones enorgullecían a los colombianos cuando los veían romper los cielos propios y mucho más cuando los distinguían en aires ajenos.

Sus vicisitudes terminaron siendo nuestras. Sus cambios de dueño eran noticia. Las exigencias de sus pilotos, motivo de controversia.

Avianca integró al país y unió a Colombia con el mundo desde cuando usaba los DC 3 y DC 4, sobrantes de la guerra mundial o los Constellation con perfil de garza o los zancones 787 de la Boeing.

Pero en los últimos tiempos, desde cuando don Julio Mario la vendió, las gazaperas de sus socios terminaron por hacerle perder brillo y orgullo, por volverse incumplida o injusta y lo que fue peor por perder sus ruanas rojas características y su lustre de aerolínea colombiana.

Hoy en día su sede ya no es el edificio monumental de la séptima que algún día se quemó, ni la vieja sede de Barranquilla. Es Panamá y como tal figura en los libros comerciales como un activo panameño.

Sus socios mayoritarios no son colombianos. No sé si las deudas estén giradas sobre bancos nacionales o todas jueguen al corretaje de Wall Street.

Pero colombiana o no, Avianca ha sido nuestra aerolínea y el hecho de que esta maligna peste y la  catastrófica medida medioeval de la cuarentena le tenga 152 aviones parados, ha afectado sus finanzas mucho más del extremo a donde las crisis internas, la huelga de pilotos y la salida de Efromovich la habían dejado.

Por razones obvias de entender, Avianca le ha pedido al gobierno colombiano que le dé una manito y le facilite o un poco disculpable subsidio o un apoyo económico sinvergüenzón o aún más que se vuelva su socio. Quién dijo miedo. Los que no entiende la vergaja crisis que estamos sufriendo han salido a decir que no se debe considerar la ayuda, que Avianca está quebrada,  que debe más de lo que vale y que como no es colombiana no debemos ayudarla. Pero sobre todo,  que como no fue docta ni humana con sus pilotos ni con sus pasajeros, el auxilio está impedido antes de ser considerado.

Es posible que todo eso sea cierto, pero no puede olvidarse que si queremos salir de este atolladero en donde nos ha metido el virus de la China, pero sobre todo si queremos esquivar los tratamientos equivocados y el pánico instrumentalizado, la única forma es unirnos para sacar avante lo indispensable, lo que reviva la economía nacional y si Avianca no clasifica para ser considerada objeto de ayuda nacional, pues alistémonos para encontrar cupo en el agujero negro a donde los batallones de la estupidez supina y la venganza baladí nos quieren llevar.

Escuche al Gustavo Alvarez Gardeazábal