1 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 158 del enchuspado maestro Gardeazábal: Dizque no son masacres

@eljodario 

El país está volviendo a ser lo que ha sido toda la vida, una nación llena de muertes violentas. No nos ha bastado con los 400 muertos diarios que dizque está dejando la peste china del corona virus para que ahora los gestores de la muerte como herramienta de vida nos vengan a afrijolar una masacre cada día de por medio.  

No importa donde sean finalmente ni merece la pena averiguar quiénes son los verdaderos causantes. El problema lo solucionan los gobernantes con simple modificaciones al lenguaje y estandarizaciones que generalicen a un solo culpable, al mismo de los últimos 25 años y al que seguirán relacionando cada que no quieran averiguar: el narcotráfico. 

Pero cuando se ve el mundo desde Bogotá y no se ha vivido en la provincia, ni se han resistido las violencias de una y otra índoles en caminos y veredas, cambiar la denominación de lo que está pasando es muy fácil. 

La ignorancia obliga. Ahora el director del magazín de televisión de las 6 de la tarde, que sigue convencido que hablando desde allí todos los días está gobernando a Colombia, ha dicho que los grupos de ciudadanos muertos en Arauca y en Norte de Santander, en Nariño y en el Cauca, y que ya suman cifras asustadoras, no son masacres sino homicidios colectivos. No importa, la ignorancia vuelve a obligar y ella le perdona todo, menos el camino recorrido para convertirse en el más nefasto de quienes nos han gobernado equivocadamente. 

Como la paz de Santos, exclusiva y excluyente, fue bombardeada desde el primer momento por quienes no querían que el perdón y el olvido cubriera todas las atrocidades que se habían hecho (como si pudieron hacerlo cuando el Frente Nacional en 1957). Como lo importante era disfrazar la venganza con la justicia, la tregua conveniente y verificada que surgió, duró muy poco. No fue sino que asumiera el mando el que dijo Uribe que debía ser presidente para que los verdaderos dueños del negocio de la droga, que no fue pactado en el Acuerdo de La Habana, salieran a decir que eran disidentes cuando lo que querían eran asumir el negocio. 

Y como los primeros 12 meses los amigos del gobierno se gastaron en una batalla dañina para acabar con la JEP y unos otros se encargaron de mamarle gallo al cumplimiento de los pactos, los dueños de los negocios del oro y de la coca, disidentes o no de las guerrillas, paracos o exparacos, montaron cada uno su grupo de defensa y hoy tenemos una multiplicidad de actores sin estructura piramidal y asumiendo cada uno por su cuenta el papel de talibanes latinoamericanos. 

Nadie quiere dialogar. Todos quieren dar bala. Todos quieren la venganza. Finalmente, paz no hay, ni masacres tampoco. Hay homicidios colectivos. El lenguaje puede con todo.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.