2 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 143 del enchuspado maestro Gardeazábal: De Armero a Beirut

@eljodario

Lo sucedido en Beirut cuando estalló una bodega donde se guardaban desde hacía más de 7 años varias toneladas de nitrato de amonio ha servido para desnudar la desidia y la corruptela con que se ha manejado el Líbano en los últimos años con la disculpa siempre de que es un país sándwich entre la presión siria (y por ende iraní) y la presión israelí.

Como siempre han alimentado el terror de repetir la guerra civil de hace 30 años que volvió ese país un remedo de la próspera colonia francesa que fue en realidad por muchas décadas, permitieron toda clase de sinvergüenzadas para garantizar el equilibrio político y calmar con la corruptela las fauces siempre abiertas de la clase política.

La reacción popular va creciendo en la medida en que se van conociendo detalles de los descuidos y torpezas burocráticas que permitieron el descargue de esa bomba en potencia, la habilitación de un depósito de juegos pirotécnicos en la bodega de en seguida y la negativa permanente a corregir la situación. Probablemente el frágil gobierno caerá y el desorden volverá a ser presa fácil para sirios, persas, israelíes, rusos y franceses que le han tenido ganas a esa bella tierra.

Pero si hacemos un pequeño esfuerzo y trasladamos a Colombia al momento igual vivido con idéntico desespero hace 35 años en Armero cuando el volcán del Ruiz, vemos que aquí lo solucionaron con furor de gato tapando popó, y como tal nos negamos a los debates históricos. Lo de Armero, sucedido una semana después de la masacre de la Corte Suprema, no podía ser objeto de más debates públicos porque un mes antes se había realizado uno en la Cámara entre el representante caldense Hernando Arango Monedero y el ministro de Minas Iván Duque Escobar, y en él se había comprobado que Ingeominas no tenía sismógrafo en el Ruiz, que los mínimos para montar una red de alarmas en Chinchiná y Armero no se había ni siquiera pensado y que solo exhibían un mapa de zonas de riesgo como mucho avance.

Pero como a Belisario Betancur no se le podía endilgar lo del Palacio de Justicia y encima lo de Armero, y mucho menos al ministro Duque, (padre del actual presidente) crecieron con furia la tragedia de Omaira, la niña que no pudieron sacar de entre las ruinas de su vivienda y mostrando su agonía por tv y después con la pluma sin igual de Germán Santamaría, la volvieron mito y jamás se hizo el juicio de responsabilidades por la muerte de 40 mil colombianos, como en este momento si comienzan a hacerlo en El Líbano con los culpables de la desidia burocrática. Algo va de Armero a Beirut.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.