Por Elizabeth Mora-Mass
Nueva York. Los analistas estadounidenses pregonan a grito abierto que la expresión “simpatizar con nazis” suena como un texto de película sobre la Alemania de Hitler. Bueno, en este momento, la situación la vive Donald Trump, quien aspira a repetir cómo inquilino de La Casa Blanca y para ello está dispuesto a pactar con el diablo.
Hace unos días, Trump estuvo cenando en su mansión Mar-a-Lago con Nicholas Fuentes, muy conocido por alegar que el Holocausto no ocurrió, que las personas de color son inferiores y que los indocumentados están invadiendo la nación.
¡Por favor! Si yo que soy una simple televidente de dos horas diarias (BBC, CBS, ABC, NBC, MNBC, CNN, Fox y France 24, combinadas para mantener la mente abierta—conozco el pensamiento De Fuentes, ¿cómo no lo va a conocer Trump?
A regañadientes, Trump—quien tuvo que entregarle al Congreso sus declaraciones de renta esta semana—tuvo que admitir que sí se encontró con Fuentes. “Discutimos un poco de política, pero nada más”, comentó el ex presidente.
Curiosamente, Kanye West—el rapero que se divorció de Kim Kardashian, una de las divas de las redes sociales—quien echa discursos similares a los de Jesucristo, Julio Cesar (el emperador romano) y Eleonora Roosevelt, dijo frente a las cámaras que “el señor Trump está impresionado con el señor Fuentes”, quien, según el rapero, “es un fiel seguidor de Donald Trump”.
En su afán de volver a La Casa Blanca, Trump no se etá parando en pelos. Sigue con una dura agenda anti inmigrante, escucha a los seguidores de Qanon, defiende a Putin, grita de felicidad por la salida de Nancy Pelosi como portavoz de la Cámara de Representantes y vocifera contra la administración Biden.
Lo más preocupante es que su único objetivo es ganar la presidencia para vengarse de todos aquellos que contribuyeron a su derrota en las elecciones presidenciales de 2020.
Más historias
Crónica # 875 del maestro Gardeazábal: los alepruces de la zurda
Petro y el 1 de mayo: una narrativa de contradicción
La simulación