26 abril, 2024

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Carolo: muchos recuerdos del hombre que prendió la llama de Ancón

Nota: Un homenaje a “Carolo”, un hombre muy particular, especial, buen amigo, sencillo, amable y alegre. Murió en La Ceja esta tarde. 


Por Diego Londoño, de Radiónica*

¿Por qué hablar de Carolo?: es sencillo, porque quizá la historia nacional y latinoamericana no le ha dado su lugar.  

En sus locuras se escondían los sueños de ese naciente rocanrol colombiano, fue uno de los primeros gestores culturales de la música y, nada más y nada menos, el creador del Festival Ancón del año 1971, el sueño rocanrolero que muchos anhelaban en los sesenta y setenta y que ahora cumple 50 años. 

Este nómada musical, de voz ronca y aguardientera, ha pasado de Ancón en Antioquia, a San Francisco en California, a Amsterdam, una ciudad que le abrió el mundo y el corazón. En estos lugares conoció la música y el movimiento hippie que quiso replicar en Colombia. 

Estudiando economía en la Universidad de Antioquia recibió el apodo que lo marcaría para siempre: Carolo (foto). Un profesor de análisis matemático, en clase de seis de la mañana, se equivocó al llamarlo a lista, y por decir primero el apellido y luego el nombre, lo llamó Carolo. La burla fue tan grande que hasta hoy lo acompaña como un tatuaje. 

Este hombre de sueños rebeldes y utópicos creó su propia guarida en el Pasaje Junín Palacé, en la ciudad de Medellín. “La Caverna de Carolo”: un lugar repleto de luces de neón, canciones revolucionarias, afiches psicodélicos reflectivos a la luz y con olor permanente a incienso.  

Esto fue en 1969, un año de acontecimientos importantes, como la llegada del hombre sobre la superficie lunar, el rechazo de la guerra con música y la realización del Woodstock en New York. 

«La Caverna» siempre estaba custodiada en la entrada por un elfo de tamaño humano, y allí adentro, el cerebro, el loco creador, Carolo vestido con una túnica blanca al mejor estilo hippie, dirigiendo talleres de artesanía, estampación de camisetas y venta de discos. 

Fue así como Carolo se convirtió en el decano de los hippies en Medellín, y fue él mismo quien empezó a desarrollar los planes que armó un tiempo atrás en la isla de San Andrés con Gonzalo Arango, Pablus Gallinazus y Fanny Buitrago. 

En las playas de la paradisíaca isla, Carolo, con un poco de excesos en su cabeza, vio en las nubes del cielo azul celeste lo que sería la versión del Woodstock al estilo colombiano.  

Todos rieron, dijeron que se había chiflado, pero él, terco y obstinado, lo hizo. Fue así como en 1971, en el municipio de La Estrella, una población aledaña a Medellín, ubicada al sur del Valle de Aburrá, nació el Festival Ancón, el primer encuentro del rock y el hippismo en Colombia. 

Sí, de un sueño loco, alucinante y rebelde, Carolo creó sin recursos y con las puras ganas y el deseo de cambiar el mundo, con guitarras, amor y paz, uno de los primeros festivales de rock en Colombia. 

Es por esto que quizá la historia no le ha dado su lugar, y quizá sea el momento de agradecerle por gestionar de manera rocanrolera y obstinada. 

También por abrirle los ojos a Medellín y por pensar en la música más allá de acordes y letras, pensar en la música como revolución y alimento al espíritu. 

Por esto y por mucho más, gracias Carolo, necesitamos más locos como vos. 

*Diego Londoño:  Aprendiz, lector, agricultor, futuro escritor y periodista enamorado de la música. 

Crítico musical del periódico El Colombiano y columnista de diversos medios culturales en iberoamérica. Escribió los libros: Los Yetis, Una bomba atómica a go go, la historia de los abuelos de nuestro rock; Medellín en Canciones, El rock como cronista de la ciudad; Rodolfo Aicardi, la historia del ídolo de siempre y actualmente trabaja en las biografías de Andrés Calamaro y Juanes. 

En Radiónica sigue cumpliendo un sueño: Trabajar en la radio que siempre le gustó escuchar