Por Enrique E. Batista J., Ph. D. (foto)
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Si la calidad y pertinencia de la formación en escuelas, colegios y universidades no es satisfactoria, algo no anda bien en lo que hacemos.
No se puede insistir en lo mismo que resulta improductivo. Hay que invertir el aula y también los modos cómo enseñamos y aprendemos. En el aula tradicional el alumno individual se pierde y su inmenso potencial para aprender es invisibilizado. Por ello, hay que invertir tanto el aula como los medios mediante los cuales se aprende “Aula y aprendizaje invertidos” es la propuesta de la innovación pedagógica aquí referida.
Los maestros Jonathan Bergmann y Aaron Sams, dos profesores de química en una escuela de bachillerato desarrollaron el modelo del “Aula Invertida” concebido como una propuesta para permitir a los maestros recuperar sus mejores posibilidades para que los alumnos aprendan más, más rápido, dominen los contenidos y las posibilidades de aplicación o de uso práctico de métodos y procedimientos.
En el modelo del aprendizaje invertido al maestro que va a innovar sus prácticas cotidianas escolares se le destacan cuáles son las prácticas tradicionales que niegan la capacidad y voluntad de los estudiantes para aprender y con cuáles estrategias puede innovar invirtiendo el aula y el aprendizaje. El siguiente paso es formarse en el modelo y empezar a aplicarlo en los contextos y momentos en que pueda ser más efectivo.
El modelo del aprendizaje invertido es flexible, tal como lo indica uno de los cuatro pilares en los que se apoya el mismo (https://bit.ly/2SRoAHS). Eso quiere decir que el maestro define qué aspectos, unidades o componentes de su curso son más susceptible de la inversión. El modelo requiere que el estudiante (y también sus padres) entienda que se aprende tanto en el aula como fuera de ella, en la escuela y también afuera y en muchos contextos. Por ello, el concepto de la tarea cambia. El maestro valora qué se debe leer, hacer o practicar antes de la sesión de aprendizaje en clase. El modelo asume que el estudiante llega preparado a clase, que ha hecho el trabajo previo requerido y que el maestro tiene claras las actividades de comprensión, de aplicación y de puesta en común que se realizarán en el período de clase. Los alumnos leen conceptos básicos antes de la clase y realizan en ella actividades orientadas a la comprensión, aplicación y capacidad de comunicación.
Como apoyo para entender y aplicar el modelo, así como para fundamentar la necesaria formación en el mismo, se ha desarrollado una estrategia formativa centrada en una Tabla acompañada de una frase orientadora que expresa: “Para Llegar a Cada Alumno, Cada Día, Haga Esto y No Esto”. Se enfatiza además la consigna “Pedagogía Primero, Tecnología Después”.
Las tecnologías son esenciales en el modelo, pero es necesario recurrir a las adecuadas en cada momento de los proyectos de aprendizaje, con la necesidad de que el maestro tenga la formación adecuada en ellas para uso pedagógico en la inversión del aprendizaje.
La Tabla, a manera de la periódica de Mendeléiev sobre los elementos químicos, está organizada por filas y columnas. En cada una de las celdas hay información de algún proceso educativo propio del aprendizaje invertido. Por eso se denomina “La Tabla de Los Elementos Globales para un Aprendizaje Invertido Efectivo.” Para cada elemento en ella el maestro tiene un corto y claro video que lo explica con la indicación de “Haga Esto y No Esto”.
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