De nuevo el extinguidor marca Duque tuvo que volver a funcionar, y esta vez con mayores veras, a raíz de las desafortunadas declaraciones del ilustre comerciante que de un día para otro pasó de vender chucherías a manejar las armas del Estado.
Más se demoró Guillermo Botero (foto) en asumir el cargo que en su vida jamás pudo imaginar, a proclamar una tesis verdaderamente — esa sí – revolucionaria: la protesta social hay que reglamentarla.
Y con el rescoldo aún caliente, tuvo el presidente que acudir a la manguera para sofocar la otra llamarada encendida por el repitente Botero: Esta vez por cuenta de su temeraria afirmación, en el sentido de que tras esas protestas sociales que no ha alcanzado a reglamentar, está el patrocinio del dinero mal habido de los narcotraficantes.
En su recorrido por el gabinete, Duque creyó que ya el calor había terminado, pero no era así… (EJE XXI).


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