11 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Vistazo a los hechos: ¿Suicidio o asesinato?

Por Gabriel Zapata Correa (foto)

Sin lugar a dudas las dos noticias más importantes de la semana se produjeron en la tarde noche de este viernes. La primera, que le ha dado la vuelta al mundo, es que hubieran aparecido vivos los cuatro niños indígenas que llevaban 40 días perdidos en las selvas del Guaviare. Y la segunda, la extraña muerte del coronel Óscar Dávila, adscrito al equipo de seguridad de Palacio, por cuyos hechos el CTI de la Fiscalía inició la investigación para determinar las causas de su deceso.

Por todas las circunstancias que antecedieron a este macabro e inexplicable hecho, se hace indispensable que la Fiscalía General adelante en forma inmediata y eficaz las investigaciones necesarias para que despeje todas las dudas que hay.

Desde que el excongresista Armando Benedetti destapó el escándalo del ingreso extraño y nunca explicado ingreso de $15 mil millones a la campaña del entonces candidato Gustavo Petro se han desatado toda clase de dudas e interrogantes.

Y el nombre del coronel Dávila venía sonando hace varios días en Colombia, pues se había puesto a disposición de la Fiscalía General de la Nación para declarar en el proceso de la investigación por las presuntas interceptaciones a Marelbys Meza, exniñera de la exjefe de gabinete de la presidencia, Laura Sarabia.

Por todos estos sucesos previos al incidente de su muerte, a los colombianos nos asiste todo el derecho a dudar que un hombre tan joven, con unos niños tan pequeños y que, según sus familiares, vivía bien y tranquilo, hubiera tomado una decisión de quitarse la vida abruptamente.

De las primeras acciones que realizó el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) fue la inspección de la zona y del cadáver del uniformado que fue encontrado sin vida en una camioneta en la localidad de Teusaquillo, en Bogotá. 

Hay que aceptar de entrada que el coronel era conocedor de información clave sobre el espinoso tema de las interceptaciones, y todos los hechos y detalles de la relación de Marelbys Meza, con su exjefe de gabinete de la presidencia, Laura Sarabia.

Y el coronel Dávila, que pertenecía al grupo de inteligencia de Palacio, le había enviado una carta al Fiscal General de la Nación Francisco Barbosa, el pasado 2 de junio, radicada el 6, en la cual se puso a disposición para las investigaciones de rigor: “informo mi absoluta disponibilidad para presentarme ante el despacho del ente investigador que se me indique, a fin de rendir entrevista con ocasión de los hechos de público conocimiento socializados en los últimos días a través de medios de comunicación y que involucran altos funcionarios de la Presidencia de la República”.

Además, en este mismo documento aseguró lo siguiente: “reitero mi interés de colaborar con la correcta administración de justicia y, en consecuencia, como responsable de la coordinación de Protección Anticipativa de la Jefatura de Protección Presidencial, me pongo a su completa disposición para contribuir al esclarecimiento de los hechos que son materia de investigación”.

Es obvio presumir que el coronel debía saber información muy importante. Como él dice en la carta, tenía conocimiento sobre “los hechos que involucran altos funcionarios de la Presidencia de la República”.

El abogado Miguel Angel del Río escribió que “Me reuní con el Coronel Davila quien me buscó para manifestarme que de la Fiscalía lo estaban amenazando. Le advirtieron que no se detenían “hasta que corriera sangre”.

Si es verdad que el coronel Dávila se quitó la vida, ¿cuáles y qué clase de presiones estaba recibiendo desde que envió esa carta a la Fiscalía? ¿Quiénes son los altos funcionarios de presidencia presuntamente involucrados en las interceptaciones? ¿Qué sabía el coronel sobre los dineros que se perdieron y, de pronto su procedencia?

Sea cual fuere la causa de su muerte, el coronel Dávila se llevó a la tumba secretos que seguramente serían claves o definitivos para el esclarecimiento de muchos hechos tenebrosos que están ocurriendo en Palacio, y sobre los cuales los colombianos tenemos todo el derecho a conocer la verdad.

Lo importante para dejar tranquilos a los colombianos es que se sepa la verdad, sin más dilaciones ni maquillajes.