4 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Vistazo a los hechos: Las impertinencias del presidente Petro

Gabriel zapata

Por Gabriel Zapata Correa 

A los colombianos nos embarga la incertidumbre. No sabemos el capitán para dónde lleva este barco que se llama Colombia. El pesimismo es total. 

La verdad es que el presidente Petro se quedó en el pasado, en el candidato que era líder de la oposición, en el senador que desde su curul en el Congreso profundizaba cada día más la polarización entre la izquierda y los demás que no estaban de acuerdo con él. Solo que ahora nos polariza, sin ruborizarse, entre los colombianos ricos y los colombianos pobres. 

O no sabemos en este mar de contradicciones y de incoherencias, si es que los colombianos teníamos un concepto equivocado del presidente prudente y discreto, del presidente mesurado en sus palabras, del presidente conciliador con todas las fuerzas vivas del país, del presidente que les tiraba línea a sus ministros, del presidente que enviaba mensajes claros sobre las directrices de su economía, del presidente cumplido con todo el mundo, y sobre todo, del presidente coherente en sus planteamientos y que demostraba que había un capitán estructurado al frente del barco. 

Pero no. El presidente sigue con sus discursos populistas, y en el afán de consolidar su imagen como un líder de izquierda, no solo de Colombia y sino de Latinoamérica, no tiene escrúpulos en atacar la oligarquía como lo hizo en su presentación ante 3 mil indígenas en la Minga de Caldono, Cauca. 

Y como si no le bastara, acusó a los banqueros de “expropiar los fondos de pensiones”, en una clara intención de justificar la reforma pensional que va a presentar al subyugado Congreso, el cual se dejó enmermelar para aprobarle todos los proyectos, inclusive por encima de los intereses del pueblo. 

Este presidente-candidato no ha cambiado su discurso, pese a que es el mandatario de todos los colombianos, y no solo de los más de 11 millones que votaron por él. 

El principal golpe a la economía, por cuenta de las imprudencias del presidente Peto, se sintió desde la semana pasada, cuando salió a decir por todos los medios que era necesario ponerles impuestos a las capitales golondrinas. Estos son recursos de inversión que llegan a un país para aprovechar determinadas coyunturas o mercados poco explorados y que usualmente compran bonos, acciones y TES, títulos de deuda pública emitidos por la Tesorería General de la Nación. 

En tiempo récord salió a rectificarlo su ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, con el ánimo de tranquilizar los mercados de capitales. 

Pero a la vez el presidente-candidato se le enfrentó al Banco de la República por la reducción de las tasas de interés. Esta fue la frase lapidaria de Petro: “El Banco de la República ha elevado tasas de 1,75 % a casi 10 % en un año. ¿Permitirá esto crecer, permitirá la reactivación, que la economía popular florezca, que la gran empresa se desarrolle en Colombia? No”.  

Y luego agregó: “¿Permitirá que superemos el hambre, reducir la desigualdad social, que miles de colombianos que no tienen puesto de trabajo lo tengan? No”. Sin embargo, Petro pasa de agache con su reforma tributaria, la más dura en la historia del país, cuando la inflación está en el registro del 11,4%, la más alta en los últimos 23 años. 

Pero como casi al mismo tiempo la viceministra de Minas y Energía, Belizza Janet Ruiz, dijo en el Congreso de Naturgas que el Gobierno no explorará más en hidrocarburos Petróleo y gas, y el ministro de Hacienda anunció las cargas impositivas a Ecopetrol y a las demás empresas extractivas, el precio del dólar se disparó, ese viernes 7 de octubre a más de 4,700 pesos. Y en ese nivel se mantiene. 

Era obvio que por reflejo esos anuncios negativos tenían que repercutir en Ecopetrol, la empresa estatal de la cual el Estado obtiene el mayor porcentaje de recursos para sus inversiones de toda clase. Así tenía que suceder. 

La agencia Bloomberg se anticipó a publicar un artículo en el que presagió un posible «dolor económico» para Ecopetrol, teniendo en cuenta la profunda caída de los bonos en dólares de la estatal petrolera, en un 8%. 

Esta profunda caída de los bonos le ha significado a Ecopetrol una pérdida de unos US$900 millones.   

Pero pese a que el palo no está para hacer cucharas, el presidente-candidato no escucha consejos, como el de la firma calificadora internacional JP Morgan que  dijo que le parecía preocupante “el dedo inquieto de Petro” en Twitter, sobre el actuar del Banco de la República, el control de la inflación y la posibilidad de imponer impuestos a los capitales golondrina, con un gran efecto en el costo de credibilidad y en el ambiente económico del país. 

Grave, muy grave que el presidente-candidato no entienda el momento tan difícil de Colombia, altamente endeudada y con unos déficit fiscal y externo muy voluminosos que deben financiarse con capital extranjero. 

Y eso para no meternos en el tema de las tierras, en el cual el titular de Hacienda también tuvo que rectificar en público al presidente-candidato, diciéndole que no se pueden comprar con TES.  

Pero fíjense que el presidente-candidato hizo la pantomima de tomarse la foto con Uribe, pero no oye a la oposición, no le importan sus opiniones, las desprecia, como lo hizo con los comerciantes de Fenalco, a quienes les quedó mal en su Congreso, pese a que postergaron la fecha para que el mandatario pudiera asistir. Pero les quedó mal. 

Este reino de la anarquía, de las incoherencias y de las declaraciones altisonantes del presidente-candidato y de su equipo de trabajo, tienen al país sumido en el pesimismo, y lo que es peor, nadie se imagina qué va a pasar con este barco en esta tempestad.