20 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Vistazo a los hechos: el reto histórico del Congreso

Por Gabriel Zapata Correa 

Si algo garantiza y le da vida a una democracia, es la oposición, porque demuestra que en un país no hay una autocracia, y que la ciudadanía que no está de acuerdo con las posturas de un gobierno puede opinar y también hacer valer sus opiniones a través de su representación en las corporaciones democráticas.

Lo que acaba de suceder con la elección del presidente del Congreso, en la persona del senador barranquillero Iván Name, quien le ganó a su digna rival Angélica Lozano, también de los verdes, 54 a 50, con todos los votos de la oposición al presidente Petro, es un campanazo para el Gobierno.

A diferencia de la primera legislatura, con aquella coalición de Gobierno que instaló el entonces presidente del Congreso Roy Barreras, en esta que comenzó este 20 de julio, las condiciones políticas han cambiado sustancialmente y el presidente Petro, tan amigo de imponer sus opiniones por encima de la misma razón, tendrá que conciliar las reformas que él ha querido imponer presionando al Congreso con llamar las gentes a las calles.

El tono del discurso del presidente Petro, mucho más conciliador que el del balcón de la Plaza de Armas, sin atacar a los empresarios, sin llamar a la lucha de clases, demuestra que él es consciente que los colombianos no quieren tierra arrasada con sus reformas, sino construir sobre lo construido. Y se lo confirmaron en la Marcha de las Mayorías y en las calificadas encuestas de los últimos meses, en las cuales se reafirma la opinión generalizada de que el país no solo está mal, sino que va por muy mal camino.

Esto también confirma que el presidente y su Gobierno y sus congresistas de la coalición, necesitan del país que han despreciado y de la opinión contraria que han subestimado para sacar adelante las reformas que han querido imponer.

Es en esta coyuntura en la cual vale la pena reclamar la responsabilidad de los congresistas, en cuyas manos indudablemente está el futuro del país.

En buena hora el exvicepresidente Germán Vargas Lleras viene liderando una sólida oposición al Gobierno, con el fin de hacerle frente a unas reformas tan peligrosas, como las ha planteado el presidente Petro, sobre premisas falsas, como por ejemplo en el caso de la salud, y lo que quiere con la pensional y la laboral.

Pero en el tema de la propuesta de una oposición sólida que propone Germán Vargas hay muchas dudas.  

El exvicepresidente Vargas Lleras explotó contra los partidos Liberal y de la U: “Se reintegrarán a la coalición del gobierno, están negociando puestos”, dijo.

Vargas Lleras lamentó que no se concretara una coalición contra las reformas de Petro en el Congreso y reclamó que los partidos están detrás de un “vulgar chantaje” al Ejecutivo.

El propio Vargas Lleras, con un dejo de molestia, les reclamó a los partidos su falta de decisión y hasta llegó a acusarlos de estar “negociando puestos y ministerios”, lo que se traduciría en su supuesta adhesión a la coalición de gobierno.

Todo esto, pese a que meses atrás ―en medio de la controversia por la reforma a la salud― La U y los conservadores se declararon en independencia, mientras que los liberales siguen en la coalición, pero con sendos reparos y fracturas.

“Pronostico que unos y otros pronto se reintegrarán a la coalición del gobierno (…) Nos aburrimos de que nos contacten para valorizarse frente al Gobierno, cuando todos sabemos que están negociando puestos y ministerios”, reclamó con vehemencia el expresidente a través de su cuenta en Twitter.

¿Será cierta esta grave denuncia de Vargas Lleras? ¿Los congresistas están negociando por debajo de la mesa, para aprobarle al Gobierno sus desbocadas pretensiones?

Obvio que los liberales y los congresistas de la U niegan estas afirmaciones del exvicepresidente Vargas Lleras, y la verdad solo podrá comprobarse cuando se reinicien las sesiones del Congreso y los debates sobre las reformas propuestas por el Gobierno.

Es indudable que el presidente Petro necesita mostrar resultados y esta presión lo habría llevado a atemperar el tono de su discurso. Pero es indudable también que los ojos de los colombianos están puestos sobre el Congreso, a tres meses larguitos de las elecciones territoriales, en las cuales tendrán que salir a ponerle la cara a los electores. Y ya sabemos que la mayoría ya se ha expresado en contra de la tierra arrasada que quiere el presidente Petro con sus reformas.