19 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Vistazo a los hechos: ¡El alcalde Quintero, la vergüenza histórica de Medellín!

Por Gabriel Zapata Correa (foto)

Todos los alcaldes de Medellín sin excepción, desde que se instituyó la elección popular como mecanismo para escoger el jefe de la Alcaldía de la ciudad, han dejado huella por sus obras o algún legado que los ponga como paradigma para la próxima administración.

Y es muy triste y lamentable decir que el alcalde Daniel Quintero es una clara excepción de esta regla. A 99 días de entregar su nefasto mandato, los medellinenses estamos contando que le restan para que se vaya por la puerta de atrás, llenos de esperanza con que termine esta pesadilla de cuatro años, la cual pasará a la historia como la peor que hemos podido vivir desde que tenemos uso de razón.

Las actuaciones de Daniel Quintero hoy, son la imagen de un hombre desesperado que no puede dejar sucesor en el poder, y que ve cómo se le van acabando los días con un balance desastroso. Quintero sabe que no puede salir a la calle, ni ingresar a un restaurante ni a ningún sitio público, porque ya sabe con cuáles palabras es recibido.

En cambio, no tiene vergüenza para calificar a todo mundo de ladrón y de bandido, mientras no es capaz de responder por la cantidad de acusaciones que se le hacen por corrupción, como el cartel de la contratación que le hicieron públicamente durante estos días, con sin número de pruebas y documentos.

Desafortunadamente, tenemos que decirlo, el gobierno del entonces presidente Iván Duque, no solo fue sordo y ciego frente a las numerosas acusaciones contra Quintero que surgían desde la región, muchas de ellas sustentadas, sino que su Gobierno fue el que más condecoraciones y reconocimientos le hizo a esta alcaldía.

Razón tienen los empresarios antioqueños de calificar a Duque de “traidor” con Antioquia, como lo hacen con frecuencia en diversas reuniones de manteles, entre otras cosas, por haber protegido a Quintero en diferentes decisiones. Y porque nunca fue capaz de salir a defender al empresariado paisa de las acusaciones del alcalde de llamarlos corruptos, bandidos y ladrones, como lo ha hecho desde que llegó a la Alcaldía de Medellín.

Con semejante silencio presidencial el alcalde Quintero se sintió respaldado para continuar con sus andanadas que no han parado, y que ahora ha denominado “el cartel de los 20 billones”, en el cual ha decidido incluir al expresidente Uribe como el líder  y cómplice mayor de un supuesto atraco a la ciudad que él ha tenido el valor de frenar.

Es claro que el alcalde está aprovechando la coyuntura de la campaña política para impulsar a su protegido y candidato Juan Carlos Upegui, el primo de su esposa Diana Osorio, quien está utilizando el mismo lenguaje de su exjefe en la alcaldía y acudiendo a las mismas trampas de la calumnia, el engaño, la ofensa personal, empleando inclusive las vallas y los pasacalles, con la venia y el apoyo de la administración municipal que las permite. Ojalá no tengamos hechos muy graves que lamentar.

Esta es una campaña en la cual es fácil palpar la intervención directa del alcalde Quintero, quien ya rebasó hace rato las normas elementales del respeto y de la decencia, pero como tiene el sartén por el mango, solo nos toca esperar que sea derrotado abrumadoramente en las urnas el próximo 29 de octubre, como lo será, para que vea que la democracia es mucho más importante y valiosa que la vulgaridad que él quiere imponer a gritos.

Compartimos la desilusión y desesperanza de la ciudadanía de bien con los organismos de control como la Fiscalía General, cuyo titular Francisco Barbosa, había anunciado hace meses en El Colombiano, resultados contundentes contra este alcalde, y la Contraloría General y la Procuraduría, donde tantas denuncias duermen el sueño de los justos.

Por último, sería injusto no reconocer que el alcalde Daniel Quintero no figurará en la historia de Medellín. ¡Claro que sí! Pero en letras de cuero. Porque llegó disfrazando su figura de un ser resentido y desadaptado social a vengarse de quienes pudieron llegar más alto que él sin tocar ni ofender a nadie. Quintero ya se ganó el título como ¡la vergüenza histórica de Medellín!

Acabó con el sentido de pertenencia de la ciudad, como si tuviera el corazón lleno de odio contra aquello exitoso que él no hubiera hecho, y entrega una ciudad sumida en el abandono, y dividida en el alma y el corazón.

Eso sí, garantizo que Quintero saldrá de Medellín por la puerta de atrás, porque el que siembra vientos recoge tempestades.