1 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Vistazo a los hechos: Cuidado con el candidato de la incertidumbre

Gabriel zapata

Por Gabriel Zapata Correa 

Los grandes líderes sostienen que la política se hizo para que la gente viva bien. No para que los políticos vivan mejor. 

Este principio que parece aplicarse poco en la vida real, nos convoca a muchas reflexiones, y nos sirve para plantear que durante las campañas los candidatos deben pregonar certidumbre en sus propuestas, generar confianza y tranquilidad entre sus electores, para que estos se dirijan tranquilos a las urnas a votar por un futuro mejor, independiente del candidato que sea. 

Las referencias son oportunas, porque aparte del odio que está moviendo esta campaña, como otras anteriores, ha surgido un ingrediente más que los colombianos debemos tener en cuenta a la hora de tomar una decisión frente al voto: la certidumbre. 

Todos debemos tener la certeza que vamos a votar por el aspirante que nos está ofreciendo las mejores propuestas, por el candidato que está proponiendo confianza en la institucionalidad, seguridad jurídica en las estructuras económicas, y mucha tranquilidad social sobre las necesidades que tenemos todos los colombianos, muy específicamente las clases menos favorecidas.  

Aquí no se trata de descalificar a los candidatos con adjetivos calificativos, ni de montar toda una estrategia de ataques personalistas. No. Porque a ese nivel se degrada el debate, el cual se debe dar con argumentos, escenario en el cual el candidato de las incertidumbres ha caído en un mar de incongruencias que han sembrado inquietudes e incertidumbres en diversos niveles de la sociedad. 

Valga decir que no hay claridad en el candidato de la incertidumbre sobre el tema de las pensiones. Este es un tema muy sensible porque ningún aspirante puede jugar con el presente y el futuro del esfuerzo de decenas de miles de colombianos que trabajan toda la vida, con esfuerzo y sacrificio, pensando en tener una pensión digna como compensación a toda una vida de ilusiones. 

No es justo que millones de pensionados estén ahora en la angustia indescifrable de no saber qué va a pasar son sus jubilaciones, y si deberán ser sometidas a unas revisiones inexplicables para compensar a quienes no han tenido acceso a ellas, porque no han trabajado, o no tienen el tiempo requerido.   

Ese discurso ambiguo de ese candidato, que confunde con las palabras “expropiar” y “democratizar”, también genera desconfianza e incertidumbre sobre una serie de servicios que constitucionalmente debe ofrecer el Estado, y alrededor de la propiedad privada. Porque el origen de la aplicación de estos términos, a veces difusos, a veces claros, a veces confusos, es similar a todo lo que comenzó a suceder en Venezuela, y luego de una disfrazada metamorfosis social, cayó en lo que sabemos, cuyas consecuencias directas estamos viviendo en Colombia. No nos llamemos a engaños. 

Por esta razón es que los jóvenes, quienes tienen entre sus manos el futuro de Colombia, deben reflexionar alrededor de las propuestas si son garantía de tranquilidad para los colombianos o si vamos a dar un paso al vacío. Ellos son fundamentales y decisivos en estas elecciones. 

Obvio que el interés de esta columna no es sembrar sudas y desconfianza, pero sí hacer un llamado de atención para que los electores, muy especialmente los jóvenes, piensen más con la razón que con el corazón. El presente y el futuro del país no se puede resolver con el odio, el rencor y las rabias que están moviendo la actual campaña presidencial. 

Tan solo un ejemplo: Un grupo Interdisciplinario de la Universidad de Los Andes analizó las 120 propuestas del programa del candidato de la incertidumbre. Y el análisis es petrificante: 89 no son realizables, 21 son imprecisas y 10 han sido presentadas sobre datos no ciertos. Una sola pregunta de varias que no tienen respuesta: ¿Cómo puede garantizar que el Estado le dé empleo a todo el que lo pida, lo que costaría más del doble que los subsidios del primer año de pandemia? 

En estos aspectos este candidato debe ser más preciso y profundo, porque sobre la base de convocar incautos, con el odio y el rencor, no puede conducir estos votantes a un escenario de engaños y mentiras hacia una Colombia imposible. Eso es lo que llamamos dar un salto al vacío. 

Nos parece muy bueno que la democracia nos permita escuchar un amplio abanico de candidatos, pero que todos tengan la conciencia de que nos están proponiendo una Colombia mejor y que, gane quien gane estas elecciones, nos llevará a vivir mejor, no peor. O a un mar de angustias y de incertidumbres.