1 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Violencia y crueldad: los pasos de la barbarie 

Dario Ruiz

Por Darío Ruiz Gómez 

Miguel de Montaigne en su magna obra “Ensayos” hace una lacerante reflexión sobre lo que implica la violencia contra los otros, lo que significa la tortura en un tiempo donde grandes pensadores como él trataban de hacer más humana la sociedad condenando estas prácticas.  

Desde entonces el pensamiento ha buscado que se condene abiertamente la práctica de la violencia y sobre todo la crueldad a través de la cual la razón, la piedad que nos hacen seres razonables deben prevalecer sobre el fanatismo que nos enajena en la ferocidad de la bestia y nos hace olvidar que somos hijos de Dios.  

Un intelectual o una intelectual dice uno son seres dotados de cultura y por lo tanto de capacidad de discernir entre el bien y el mal. ¿Por qué entonces, en casos como el nazismo o el comunismo, y, ahora mismo declinan su responsabilidad frente a los desmanes de las nuevas formas de crueldad para hacerse cómplices de matanzas, de indescriptibles  torturas? Hans Magnus Enzerberguer, quien acaba de morir –estuvo por cierto en Medellin- fue uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo  y un analista certero de los fenómenos que relacionan las nuevas formas de violencia con ciertas ideologías políticas: “La cultura oficial –recordemos que el populismo es hoy  nuestra cultura oficial- y los intelectuales nos están preparando poco a poco para la violencia”. Es lo que llama entonces guerra nuclear como un soterrado proceso hacia una definitiva barbarización de la sociedad tal como lo seguimos viendo en Colombia mediante la violencia de los “estallidos sociales”, la ceguera moral de las gentes ilustradas, o la llamada “literatura realista”, donde no hay ningún análisis sobre los hechos y las víctimas ya que de antemano se ha determinado quiénes son los buenos y quiénes son los malos.  

Martín Sombra explícitamente ha sidocapaz de desnudar con la crudeza del verdugo lo que supuso la crueldad extrema de los Comandantes(as) de las FARC  con el reclutamiento de niños sobre quienes  desplegaron la obscena sevicia de su llamada praxis revolucionaria que disfrazaba sus perversiones sexuales. La finalidad de la crueldad consiste en – caso de Putin- en tratar de despojar al ser humano de su dignidad, de reducirlo a un guiñapo. Los intelectuales reclutados miraban hacia otra parte. 

Pero esta es la crueldad que Ratzinger condena como la suma expresión de barbarie que no puede  aceptarse como acciones legítimas de “guerra” cuando constituyen una patológica demostración de  la irracionalidad en que han caído estos grupos al no encontrar la oportuna respuesta de una Justicia que los detenga para que la degradación de sus acciones sobre la población sea castigada con la severidad que se necesita precisamente para detener este espeluznante campo de batalla en que se ha convertido el Cauca y están tratando de convertir de nuevo al país. 

Diez comunidades indígenas fueron secuestradas bajo el terror de un Paro Armado por el ELN y escuchamos el ofensivo lenguaje de la hipocresía cuando el supuesto Pastor de Almas declaró imperturbable que el levantamiento del Paro Armado por parte de estos maestros de la crueldad que aún mantienen confinados en el Chocó a  cerca de cinco  mil indígenas “devolvía la confianza mutua entre las partes”. 

¿Quién le otorgó facultades para perdonarles un crimen de Lesa Humanidad? ¿Cuántas prórrogas se seguirán concediendo después de cada nueva masacre de las llamadas “Disidencias”? Hace un mes estas llamadas “Disidencias” en el Huila remató con tiros de gracia a ocho muchachos policías indefensos con la sevicia de unos forajidos. Llanto de cocodrilos en los distintos medios de información. Silencio hasta la más terrible emboscada donde diez niños soldados afrodescendientes fueron ejecutados, descuartizados por Marlon el Comandante guerrillero a quien habíamos visto abrazarse, hacerse arrumacos  con ese  equívoco personaje  llamado Danilo  Rueda para  anunciar que la Paz “había comenzado”.  

¿Puede anunciarse una conciliación a partir del manipulado seudolenguaje de la mentira, de considerar como “combatientes políticos” a quiénes son realmente unos desalmados asaltantes de caminos al servicio de poderes incalculables para la imaginación humana?  

Oponerse a la crueldad es pues oponerse a la desoladora violencia donde los valores caen y la sociedad está siendo enajenada mediante el terror y el mutismo de la Justicia.  

“Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros…”