Se sabe que hay una gran variedad de aplicaciones de la denominada inteligencia artificial, o inteligencia robotizada, de amplio uso para favorecer los procesos formativos desde preescolar hasta la universidad, de utilidad no sólo para alumnos y maestros sino también para padres de familia y adultos en sus puestos u organizaciones de trabajo.
Hace rato pasó la época donde las tecnologías no tenían espacios en las escuelas, colegios y universidades. Ya los alumnos usan las tecnologías digitales como parte de su entornos social, de comunicación y de aprendizaje, a la vez que reconocen que aprenden en todo momento y lugar, no solo en el aula donde la pedagogía tradicional los vuelve seres pasivos y quiebra no sólo su voluntad y motivación sino también sus deseos para aprender y ser creativos. Aprenden hoy de manera colaborativa en comunidades formales o infórmales de aprendizaje, llamadas “crowdlearning”. Bajo el claro supuesto de que todos son capaces de aprender, de hacer sus aportes personales y de que el acceso al conocimiento es libre, se aplica el principio “Aprende lo que desees, aprende de manera constante, pregunta o indaga por lo que no sabes, enseña y comparte solidariamente lo que ya comprendes”. (Lea la columna).
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