11 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Un año sin Cadavid

Por Oscar Domínguez

Somos muchos los que quedamos apaleados, aburridos, berracos, tristes, con la muerte hace un año de nuestro colega, jefe y amigo de todos los semestres Cadavid Correa Orlando. Un infarto que se pasó de vivo nos privó de su gigantesca y enriquecedora presencia.

Por teléfono, solíamos pasar revista al estado de nuestros amigos y colegas, vivos y muertos. Poco amigo de hacer o recibir visitas, de pronto le caía en su bulín del barrio Carlos E. Restrepo. Nos “mirábamos” pategallinas, arrugas, códigos de barras y otras charreteras que nos va regalando la edad. “Cómo nos cambia la vida”, decíamos con el tango de Larroca. Departíamos máximo una hora arreglando el mundo y adiós.

En la última charla que tuvimos, dos días antes de su partida, Cadavid, vecino del barrio Carlos E. Restrepo, en Medellín, estaba bien.

Paz en su tumba. En su memoria retomo unas líneas que le dediqué en vida, hermano, en vida.

LA AMISTAD PRIMERO, LA PROFESION DESPUES

Con Violeta Parra le da gracias a la vida porque se le ha ido la mano con él; a lo Neruda, confiesa que ha vivido y como es coleccionista de profesión, con Los Panchos (Gil, Navarro y Avilés) le dice a la vida: «Vida, mi vidita, estoy loco por ti».

Nació sin soberbia, ni avaricia. De pronto con algo de ira porque es temperamental. Que no falten la lujuria ni la buena gula. No conoce la envidia ni la pereza ni por el forro.    

Ha practicado la poesía administrativa del Brujo Simón González según la cual a los jefes no se les debe notar que son jefes. Nunca ha tenido cara de doctor.

Para ser más eficiente en lo que hace, le encanta el oficio que le da de comer y de beber. Pero mereciéndolo. Me refiero al periodismo, del cual está jubilosamente jubilado, nunca retirado.

Cuando lee un buen título o un exquisito párrafo de entrada – o lead que llaman – es capaz de invitar a comer al que lo hizo. Para él, el mejor lead lo redactó Moisés para “abrir” la Biblia: En el principio hizo Dios el cielo y la tierra.

Como Carvajal, siempre ha hecho las cosas bien. Con una mezcla de ética con estética.

Un buen periodista no puede ser mala persona, pontificó el polaco Ryszard Kapuscinski. El hijo de doña Angélica es buenísima persona.

Jamás ha padecido la enfermedad de la importancia. Para mantener a raya la vanidad que genera el periodismo, él mismo contestaba el teléfono haciéndole el cajón a sus secretarias. Lo sigue contestando desde su refugio en el Barrio Carlos E. Restrepo, al lado del hígado de la Biblioteca Pública Piloto. Es un lobo solitario. Se demora un segundo para contestar al teléfono.

Le regalo tiquete de ida y regreso a Islas del Rosario, con trago, mujer y langosta, para quien lo haya visto cocteliando o lagartiando.

Tiene la edad que sueñan sus amigas, menos tres años.

Dios desea tenerlo a su diestra mano que le ponga música y el   mejor equipo de sonido.

Podría figurar en el Guinness Récord como el bípedo que más música les ha grabado a sus amigos y cómplices. Disco que no tenga no existe.     

Le gustaría cerrar su ciclo vital en su «Manizales del alma» adonde viaja a desatrasarse de nostalgias en cualquier ocio que encuentra en el almanaque Brístol de su agenda.

Se inició en una emisora de pedal, Voces de Itagüí, de don José Mejía, cuando nadie había soñado que los satélites le montarían competencia a los astros “desde la comba altura”.

Es gerente-propietario-aguatero de un demoledor humor negro que esgrime por igual contra amigos y enemigos.

No lleva una escuelita en su corazón. En su lugar, lo habitan el  Nevado del Ruiz o la Catedral de Manizales.

Paisano del hijo de doña Rosalía, el expresidente Marco Fidel Suárez, (nacido en Bello), es enemigo personal de la mala sintaxis. Un error de ortografía ajeno le daña el próximo semestre. Él mismo es de prosa fácil, castigada, elegante.

Su madre, doña Angélica, le daba estos consejos cuando estaba chiquito: «Con harto fundamento, mijo» y: «no se junte con malas compañías». Le daban huevo entero cuando se enfermaba. O cumplía años.

Es de los que elogia en voz alta y regaña en voz baja.

Tiene amigos a la izquierda y a la derecha. Aunque de él no es amigo el que quiere sino el que puede. Es dueño irrevocable de su intimidad. No admite un solo voyerista en su hoja debida. Diría que es un espléndido cusumbosolo.

Sobre sus amigos ejerce una permanente veeduría sentimental que consiste en estar pendiente del éxito para alegrarse, y de las dificultades para meter la ficha solidaria, arrimar el hombro.

Para él primero es la amistad, la profesión después.  

Tiene la estatura precisa (casi dos metros) para sus calidades humana y profesional.

Para obedecerle a Ricardo Arjona, sus años están llenos de vida. No su vida de años.

Sus canas hacen subir a sus fanáticas por las paredes de sus ganas.

Su sobrina Isabel Cristina, hija de Marta, le decía Otato cuando estaba bebecita y así se quedó para sus familiares y amigos de sus aurículas y ventrículos. Otros le decimos “Paneta”, en recuerdo de un célebre periodista argentino que era un as para redactar noticias perfectas a mil por hora.

Dejó el trago y el cigarrillo antes de que estos lo dejaran a él.

Se aconseja no tenerlo de enemigo porque se confiesa hombre de grandes amores y gigantescos desamores.

Sus “peores” amigos dicen que quiere tanto a sus tres hijos que a cada uno le tiene mamá diferente. Ya es abuelo reincidente: los “ennietecieron” Tomás y Sebastián.

No se le conocen pecados veniales ni mortales contra su oficio que ama como los adúlteros aman a la mujer de sus prójimos.

Su hábitat es un apartamento tomado por la música y los libros.

Actualmente, dirige a cuatro manos con el Topo Evelio Giraldo la revista Eje XXI, que circula en Manizales para el todo Caldas. Y la revista Corrientes en dueto con William Giraldo.  Los domingos es columnista exquisito de La Patria.

Como a todo señor todo honor, cómo no gastarle tardías felicitaciones por su cumpleaños los jueves 14 de agosto a Orlando Cadavid Correa, ex director de Colprensa, RCN y Caracol-Medellín. Y faltan datos de muchos municipios.

Pie de foto: Orlando Cadavid, sentado. De pie, a partir de la izquierda, Arturo Jaimes, Ángel Gabriel Romero Bertel, Giraldo Gaitán y Cesar Vallejo. Siguen felizmente vivos Giraldo y Jaimes. (Archivo Colprensa).