
Por Horacio Toro
El asesinato de niños, llamado aborto, no es nuevo en nuestro país.
Las cifras de los menos pesimistas hablan de 300.000 asesinatos al año y esto no para, sigue ocurriendo todos los días y desde hace mucho tiempo. La diferencia grande es que ahora que la Corte Constitucional prendió la luz y nos vemos a la cara decimos, esto no puede ser.
La Corte Constitucional legalizó una práctica de más de 30 años que normalmente se hace en clínicas privadas de manera clandestina y practicada por médicos y enfermeras graduados de nuestras universidades que no tienen objeción de conciencia.
Esta práctica muchos la conocen, saben dónde se realiza y nadie denuncia ni las autoridades investigan.
Hoy se dan golpes de pecho y la gente de bien se rasga las vestiduras por la decisión de la Corte Constitucional al despenalizar el aborto. Muchos de esos indignados defensores de la vida son los mismos que han celebrado la muerte de guerrilleros o han apoyado aquello de que “es un buen muerto” y seguro que son esas mismas personas quienes jamás protestaron por la masacre de jóvenes indefensos, presentados como bajas en combate.
La sociedad ha olvidado que el mandamiento bíblico ordena “no matarás “y no matarás sin ninguna sin excepción. Ahora cuando lo van a hacer legalmente con seres humanos indefensos y no nacidos se indignan. Seguro que la próxima meta será la institucionalidad de la eutanasia para deshacerse de los viejos.
Lo que hizo la Corte Constitucional, pienso que fue equivocado y que pudo aplazar la decisión diez años, pero, prefirió “resolver” de una vez y en un deplorable e inoportuno fallo, en una actitud politiquera, le está entregando a una sociedad irresponsable una patente de corso para que mate a sus bebés no nacidos y les da a las feministas la herramienta que necesitaban para proceder sin tener consecuencias penales, que es lo único que les interesa. Estas feministas celebran convencidas de que “tienen derecho” a matar a sus bebés porque esas vidas les pertenecen y uno puede hacer con lo suyo lo que quiera. ¡Qué equivocadas!
Es urgente que el gobierno comience a brindar más alternativas para que las mujeres que estén pensando en asesinar a sus hijos, puedan acceder de manera sencilla a líneas de adopción, ayudas médicas, ayudas psicológica y espiritual para evitar que continúe el asesinato masivo y ahora legal de nuestros bebés.
Es preciso implementar políticas agresivas y de choque para evitar los embarazos no deseados que es uno de los pilares en esta masacre, ya que los otros como el de la pobreza y la religiosidad son mucho más complejos de subsanar.
El camino, sin duda, es la educación a los jóvenes, el fomento de valores religiosos e inculcar el respeto a la vida por una juventud cada vez más alejada de Dios y de los valores elementales de convivencia humana.
Por otro lado, hacerles entender a unos adultos para que sean parte de la solución y no del problema, como hasta ahora y que ese cuento de creerse buenos está lejos de la realidad ya que han cohonestado con los asesinos y sus asesinatos.
Estamos viendo en carne propia una de las nefastas consecuencias de vivir en una ¡Sociedad hipócrita!
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