La “astucia” del exdelincuente y sus tropas defensoras no evitaron que cayeran redondos en lo que la mentira y la desesperación causan en los culpables: hacer flotar más pruebas, en el afán de tapar sus pistas.
En mi pasada columna denuncié el nombre y alias de una de mis líneas de investigación, basada en fuentes periodísticas que vinculaban al exnarcotraficante “J9”, que responde al nombre de Javier Marín, como partícipe de la cadena de recaudación y entrega de dineros ilícitos a Gustavo Petro para que este, a su vez, propusiera, como congresista y candidato presidencial (cosa que cumplió a cabalidad), la prohibición de extradición, a cambio de que – supuestamente – los narcos entregasen tierras al Estado.
La recua encubridora de Petro, entre la que se cuentan pseudoperiodistas que viven de fingirse víctimas, políticos que han sido militantes camuflados de las Farc, abogados de falsos colectivos y exguerrilleros rasos hicieron lo previsto: empezaron a buscar en el bajo mundo a los bandidos que otrora fueron sus financiadores para “cuadrar” las versiones de los testigos de los hechos que denuncié.
Mala suerte para ellos: el afán de encontrar a sus compinches hizo que alias “J9” o Javier Marín, ante la “calentura” y los mensajes para que acomodara versiones, decidiera salir de su escondite y empezara a “cantar”; gracias a mis denuncias y a los torpes movimientos del “petrismo”, Marín habló y ya develó la identidad de los partícipes en la “vaca mafiosa” de Petro. (Lea la columna).
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