4 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

“Si por allá llueve, por aquí no escampa”

Claudia Posada

Por Claudia Posada 

“Él sabe que si Ucrania tiene éxito en su impulso que ha llevado adelante durante décadas por la democracia y la integración europea, entonces los rusos podrían preguntarse: ¿Por qué no nosotros?” 

Vía cuestionario, La Tercera,  periódico chileno de centro derecha, entrevistó a la escritora y periodista Anne Applebaum, dada su trayectoria y reconocimiento internacional por sus estudios en profundidad – como historiadora también- en lo relacionado con Rusia desde años atrás y hasta el presente. Actualmente se desempeña como columnista de la revista The Atlantic. Sus análisis periodísticos se han centrado principalmente en el estudio sobre el comunismo, la sociedad civil en el Este y centro de Europa; trabajos que le han significado importantes premios. 

Al leer toda la entrevista, necesariamente, mientras lo hacemos, el pensamiento nos traslada a la complicada situación político-social que vive Colombia hoy, por lo incomprensible, por dolorosa y enredada, y particularmente porque siendo tan escabrosa en algunos aspectos, parece incomodar a ciertos sectores, no por lo que está pasando tan grave y por las víctimas sino porque parece que lo único que les preocupa es ocultar el entramado que subyace. 

Applebaum, según la presentación que de ella hace La Tercera “… ha sido crítica del Presidente ruso, Vladimir Putin. De hecho, fue una de las primeras periodistas estadounidenses que escribieron sobre los lazos de Rusia con Donald Trump”. La  entrevista  – extensa sí,  pero fascinante por los conocimientos que encierra-  es para  leerse completa. Como valioso análisis sobre el ataque de Rusia a Ucrania, retomaremos algunos apartes.  

“Tras semanas de especulaciones, la madrugada del jueves Vladimir Putin lanzó una ofensiva militar contra toda Ucrania. ¿Por qué decidió llevar adelante esta operación? El mandatario ruso ha invadido Ucrania debido a que la determinación que tiene Ucrania de convertirse en una democracia es un desafío genuino al proyecto político imperial nostálgico de Putin: la creación de una cleptocracia autocrática, en la que él es todopoderoso, dentro de algo parecido al antiguo imperio soviético. Ucrania socava este proyecto simplemente por existir como un Estado independiente. Al luchar por algo mejor, por la libertad y la prosperidad, Ucrania se ha convertido en un rival peligroso. La ‘Revolución de la Dignidad’ de Ucrania en 2014, cuando un Presidente (Viktor Yaunukovich) corrupto y anárquico huyó del país, fue exactamente el tipo de revolución que el propio Putin teme. Él sabe que si Ucrania tiene éxito en su impulso que ha llevado adelante durante décadas por la democracia y la integración europea, entonces los rusos podrían preguntarse: ¿Por qué no nosotros?” 

“Durante semanas el mundo fue testigo de un desfile de dignatarios viajando hasta Moscú para reunirse con el Presidente Putin, como fue el caso del mandatario francés, Emmanuel Macron, o el canciller alemán, Olaf Scholz. ¿Se podría decir que fracasó la diplomacia? (…) A pesar de todas las discusiones en Occidente, nadie ha intentado seriamente poner fin, en lugar de simplemente limitar, el lavado de dinero ruso en Occidente, o la influencia política o financiera rusa en Occidente. Nadie se ha tomado en serio la idea de que los alemanes ahora deberían independizarse del gas ruso, o que Francia debería prohibir los partidos políticos que aceptan dinero ruso, o que Reino Unido y Estados Unidos deberían impedir que los oligarcas rusos compren propiedades en Londres o Miami. Nadie ha sugerido, por ejemplo, que la respuesta adecuada a la guerra de información de Putin contra nuestro sistema político sea una guerra de información contra el suyo”. 

“Occidente ha criticado duramente el ataque de Rusia a Ucrania. Estados Unidos anunció más sanciones, al igual que la Unión Europea. ¿Qué debería hacer Occidente ahora? Ha llegado el momento de que Europa y Estados Unidos reconsideren por completo la estrategia hacia Rusia. Necesitamos eliminar el dinero y la influencia de los rusos de todos nuestros sistemas políticos, sancionar a todos los oligarcas que rodean a Putin. Hay que confiscar sus propiedades occidentales y evitar que vuelvan a hacer negocios en nuestros países. Alemania y otros deben poner fin a su dependencia del gas ruso. No puede haber retorno al comercio ‘normal’ con Rusia mientras continúe la ocupación de Ucrania. Necesitamos repensar la ubicación de las tropas en la OTAN, tomar mucho más en serio la defensa de los Estados del Este, y preparar al público para un mayor gasto militar y para la posibilidad de un ataque ruso. Necesitamos un pensamiento estratégico nuevo y diferente sobre Rusia. ¿Cómo llegaremos a los rusos comunes? ¿Cómo podemos apoyar a la oposición rusa y a los medios rusos? ¿Dónde más, dentro o fuera de Rusia, podemos presionar a Putin y sus compinches? ¿Cómo hacemos que reaccione ante nosotros y no al revés? Europa, finalmente, necesita una política exterior. El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores fracasó estrepitosamente en sus tratos con Rusia, pero eso también representa un fracaso de las capitales europeas para apoyarlo. A menos que Europa pueda hablar con una sola voz, esta crisis dividirá y debilitará aún más a Europa”. 

Traspalémonos a este lado del planeta. Líderes y mandatarios en el mundo, se quieren quedar eternamente dominando todas las ramas del poder público, por encima de las realidades de sus pueblos y sus mandatos constitucionales. Latinoamérica no escapa a ello, y aunque tenemos en la región analistas, dirigentes y también periodistas al igual que historiadores de todas las tendencias ideológicas y posturas estampadas en un ideario sin sofismas, las voluntades en el poder político y económico son tristemente esquivas al querer ciudadano de concertar. Es injustificable que el sectarismo de las extremas radicalizadas, impida los procesos que se constituyen en apoyos valiosísimos para cualquier nación que quiera el bienestar ciudadano y exija el respeto, lo mismo que la defensa, de sus derechos. 

En Colombia por ejemplo, día tras día se agudiza la guerra interna que debilita la defensa de los derechos humanos; así que vemos con asombro, cómo continúan tambaleándose las instituciones extraviadas de sus deberes y obligaciones; y en consecuencia un “Sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes”, finalmente apenas será una pobre democracia, remedo a la colombiana. “Si por allá llueve, por aquí no escampa”.