3 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Quintero: todos son culpables 

Descripción: escritor

Por Darío Ruiz Gómez.

Algunos medios de comunicación, algunos políticos se hicieron la pregunta sobre la apabullante votación que llevó a Quintero a la Alcaldía de Medellín, pero esa pregunta fundamentada no se profundizó por la desidia de un periodismo ligero y por la pereza mental de los perdedores que no pasaron de lanzar denuestos de ocasión para el inesperado Alcalde sin llegar al fondo del porqué de esa voluminosa votación.

Me pregunté entonces si un nuevo(a) votante compuesto por jóvenes, por los nuevos grupos sociales necesariamente surgidos desde la vida de las Comunas, había aparecido buscando un necesario protagonismo en el gobierno de la ciudad. Debo decir que la aparición de un agraciado joven acompañado de un gabinete de jóvenes hombres y mujeres  llevaba a esta expectativa  tal como parecían  indicarlo  sus eslóganes de gobierno : “vamos con todo contra la casta antioqueña de Empresarios ladrones, contra los privilegiados ricos que han impedido que surjan las nuevas voces del pueblo”. Seductoras proclamas que de inmediato fueron desmentidas cuando se descubrió que Petro y César Gaviria estaban detrás de toda esta parafernalia populista y que Quintero y su combo fueron utilizados para lo que llamé la estrategia del Caballo de Troya, pues rápidamente fueron desembarcando personajes traídos de Bogotá para afianzar el dominio de EPM y de los contratos de Hidroituango, entre otros.

¿Quiénes se atrevieron a denunciar este desembarco ideológico? En toda sociedad frustrada, decía el gran Vásquez Montalbán, un niño caprichoso disimula el canibalismo de los mayores y se le disculpan todas sus travesuras. Al quite de cualquier metida de pata, para decirlo en términos taurinos, siempre estuvieron las figuras de Petro y de César Gaviria guardianes fieros del adolescente incapaz de encargarse del gobierno de la ciudad, tal como reiterativamente lo demostró más de una vez a través de faltas a la ética mientras la justicia miraba para otro lado. 

Aquí viene la pregunta que insistentemente se están haciendo muchos pensadores sobre el deterioro de la democracia: ¿El actual mundo de lo que llamamos política ha sido exonerado de toda responsabilidad ética y hoy solamente actúa bajo las normas de una justicia doblegada por esta politiquería?

Esta desconfianza que golpea al ciudadano(a) se hace desde la certidumbre de que en el terreno de la política nunca existirán las sanciones contra el infractor en la medida en que lo que ha desaparecido del actual ejercicio de la política es, precisamente la sanción moral.

“Sabemos lo que hay que hacer pero no se hace ya que sufrimos una desidia para resolver los problemas”, como lo recuerda José Antonio Marina en una reciente entrevista.

Lo primero que se hizo desaparecer de la educación fue la Ética. “Estamos educando unas generaciones éticamente ignorantes lo que significa irresponsables”. Toda esta pandilla de alegres muchachos(as) que se dedicó a despilfarrar el presupuesto de la ciudad, a nombrar novios y novias en puestos importantes, a viajar y viajar al exterior, dejando en completo abandono a la ciudadanía y a la ciudad, a la salud y la educación pública, están formados, hay que tenerlo en cuenta, en nuestras universidades; pero ¿No es en éstas donde la Ética ha desaparecido del Pénsum sustituida por la alabanza de las llamadas identidades precolombinas que en lugar de impulsar la conciencia crítica la han adormecido?

Celebración indebida de contratos, cohecho, prevaricato, enriquecimiento ilícito, fake news, difamación, etc. Puede que aparezca la justicia.