18 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Quien pilla, despoja

Carlos Alberto Ospina

Por Carlos Alberto Ospina M. 

En tiempos de expresiones ásperas e ideas descabelladas para mover las preferencias de los electores, vale la pena llevar a cabo un ejercicio de comparación entre los distintos candidatos a la presidencia con el fin de detectar la capacidad de engaño, la veracidad de las múltiples propuestas y la simulación de su idoneidad. 

Ahora que está de moda la prueba del polígrafo en los procesos de selección de personal, cae como una bomba racimo, aplicar esa técnica a cada aspirante a la jefatura del Estado, lo que favorece el estudio de confianza y una eventual valoración psicológica de las respuestas. No obstante, el mejor cedazo es el sentido común, la información comprobada y la percepción espontánea del público. 

Frente a la carencia de doctrinas aterrizadas y la abundancia de frágiles fachadas de integridad en el obrar, el examen poligráfico rompe con la zona de confort en la que han agotado el enfoque la mayoría de debates políticos; en razón a que el porcentaje de validez de este escrutinio siempre superará el 70% de credibilidad. 

La evaluación en vivo da un enfoque de transparencia a partir de las preguntas planteadas en las redes sociales, llamadas telefónicas, correos electrónicos y mensajes de texto, seleccionados de forma aleatoria por un software certificado FBI y una compañía experta en peritaje. Dos periodistas intervendrían como moderadores de la actividad. En este punto el estilo complementa, puesto que la atención se centra en el concepto del análisis de los modos secretos. Si bien, dicha estimación no es garantía alguna de éxito y se puede prestar a interpretaciones suspicaces de los interesados; ¡quien nada debe, nada teme! 

Ciertos medios de comunicación y canales de televisión que utilizan multiplataformas con el objetivo de alcanzar mayor grado de monetización, empaquetar la pauta publicitaria y conseguir impacto orgánico, saltarían de gozo gracias al formato tipo reality show. Promociones, iluminación, escenario, música incidental, cabezote de presentación y look general; entre otras tácticas de divulgación del ‘polígrafo presidencial’, pondría a frotarse las manos a varios productores audiovisuales. ¡Lástima! el foco real que los inquieta está orientado hacia el billete, el ranting de sintonía o el punto de índice de audiencia nacional.  

¡Qué decisivo sería que el examen poligráfico revelara cuál es la persona que defiende la democracia, la justicia social y la verdad! ¿Quién Levantó la mano? Ya veremos.