
@AGAColombia
Hace unos días, y aprovechando que ya hay más flexibilidad para viajar entre municipios, empaqué la maleta y me fui a Jericó y Támesis. Ya había ido varias veces, pero siempre que puedo regreso, son dos municipios mágicos y los paisajes son espectaculares. No les voy a hablar de mi paseo, faltaba más, sino de lo que me dejó ver los mensajes antiminería en los balcones y algunas charlas a favor del proyecto Quebradona que sostuve, tomando café y cerveza, con algunos habitantes.
No cabe duda de que este proyecto, declarado por el gobierno nacional de interés para el país, es otra evidencia de la polarización que es pan de todos los días en Colombia. Voces a favor y en contra (estás últimas infortunadamente con base en la desinformación) hacen sus mayores esfuerzos por llevar a su lado a quienes no tienen una posición al respecto o por voltear a quien en algún momento se formó una opinión.
No voy a mencionar aquí las especificaciones del proyecto, eso debe ser tarea de cada persona que quiera tener claro el tema. Lo que quiero es, contarles algunas conclusiones a las que llegué después de recibir información de lado y lado, contrastarla, leer columnas de opinión, notas de prensa y redes sociales.
Quienes se oponen, andan promoviendo una firmatón virtual a través de change.org. Esa página, que sirve para poco o nada, ha sido la plataforma para hacerse escuchar. Felices hablan de más de 52 mil firmas recogidas. Pena deberías darles tener tan poco poder de convocatoria, mucho más cuando las razones que exponen para oponerse al proyecto minero se basan en el miedo, el terror, el desastre. La falta de rigor de los opositores es absurda.
Somos un país carente de muchas oportunidades. Es inconcebible, por ello, que cuando se presentan proyectos serios sean rechazados desde lo emocional, sin tomarse el tiempo para analizar. La mayoría de quienes se oponen a Quebradona tienen en común un discurso en favor de la paz, educación gratuita, subsidios, renta básica, y vivienda para todos. Paradójicamente, rechazan un proyecto que está en la capacidad, gracias a las regalías que generará, de entregar recursos que pueden contribuir al desarrollo no solo del Suroeste antioqueño sino de todo el país.
Los poderosos, ubicados en la orilla contraria de quienes integran el punto 2 (élites de terratenientes de la zona), no quieren que llegue la minería industrial y legal a generar empleos, buenas carreteras, progreso y desarrollo. ¿Por qué? Es muy sencilla la respuesta: por egoístas. Ellos necesitan que se mantenga el statu quo tal y como está, que las trochas de acceso a sus miles de hectáreas se conserven para poder montar a caballo, que sus empleados sigan siendo sumisos y sin aspiraciones. Ellos necesitan que Jericó y Támesis sean siempre pueblos en los que ellos son los poderosos, los que mandan porque tienen plata. Piensan primero, como siempre, en su interés particular y quieren seguir ignorando lo que los rodea: pobreza, necesidades básicas insatisfechas y desempleo.
Algunos finqueros de la zona engañan a la población con información inexacta diciendo que el Suroeste no es tierra minera. Está bien que se opongan, pero ojalá no mintieran y distorsionaran la historia de Antioquia. Decir que los pueblos del Suroeste no se construyeron como resultado de asentamientos mineros es una falta total a la verdad y un peligro a la institucionalidad del país y la inversión.
El populismo está en su mejor momento, no solo en Colombia sino en el mundo. A la izquierda le encanta usarlo, sabe que da votos. Eso sí, prefieren oponerse al desarrollo mientras, supuestamente, pelean por la igualdad, pero eso sí la población que defienden que siga sin empleo de calidad, que las vías no se pavimenten, que no se construyan hospitales. En ningún lugar que ha sido gobernado por la izquierda se evidencia desarrollo, juzguen ustedes.
¿Quien ayudó en la emergencia invernal de 2019 en Jericó, que afectó tantas personas? La gente de la mina.
¿Quién ayudó durante la pandemia y con la reactivación económica? La gente de la mina.
¿Quién es el mayor empleador de la zona? La gente de la mina.
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