2 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Qué lee el maestro Gardeazábal: reseña de la novela Ciudad Victoria de Salman Rushdie

Gardeazabal

@eljodario

·      Editada por Random House

Rushdie es un sobreviviente en todo el sentido de la palabra. No solo pudo escapar a la condena que los ayatollah le hicieran durante tantos años de matarlo donde fuera que estuviera, (y pasó casi 25 años entre las cavernas), sino que cuando volvió a moverse entre los seres humanos en cercanías de Nueva York, un hombre lo apuñaló cuando estaba a punto de dirigirse a un público universitario norteamericano. Perdió un ojo, movilidad en una mano y en el cuello y estuvo en coma durante 20 días. 

Esta novela CIUDAD VICTORIA puede haberla escrito bastante antes de que intentaran asesinarlo o quizás la haya revisado desde su lecho de sobreviviente antes de enviarla a los editores. Quizás importa ese detalle porque el personaje central, quien narra la increíble historia, Pampa Kampana, haya durado casi 300 años y la mayor parte del texto dizque la escribió ciega luego de que el tataranieto que ejercía de rey le mandó sacar los ojos en una herrería. 

Es una novela majestuosa, sencillamente abrumadora con su fantasía, con sus deliquios y susurros, con su prosa en permanente erupción volcánica. Tanto que se puede leer como una epopeya de la edad media de la India, entre los finales de 1200 y el 1560.

Es una sola catarata, incesante, de ilusiones divinas y humanas, de personajes que caen cascada abajo arrastrando al lector. Quizás sea un libro que no deberíamos leer los incrédulos o que solo gocemos con ella los que no creemos en nada. 

Al final de la existencia de esta mujer, fundadora de un país, madre, abuela y tatarabuela de reyes, que poseída por una diosa puede durar tres siglos sin envejecer, viendo las locuras repetidas de sus herederos hasta perderse en su propia memoria, el lector más occidental y menos dado a entender el mundo, las costumbres, las religiones y los libros sagrados de la India, puede confundirse en tiempos y nombres, pero verá con gozo la luz que alumbró cada paso de Pampa Kampana.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal

La recomiendo por majestuosa, por abrumadora y por fantástica.