@eljodario
· Reseña del libro de Patricia Lara editado por Planeta.
El trabajo que nos ha ido correspondiendo cada vez más a los escritores que nos metemos con la historia viva de este país es que terminamos haciéndolo sobre los mitos que van creciendo ante nuestros ojos.
Mi novela de Cóndores la hice sobre el mito viviente en mi infancia de El Cóndor, que con un taco de dinamita en una mano y un pucho en la otra paró la turbamulta liberal que pretendía quemar el colegio y la iglesia de los Salesianos en Tuluá el 9 de abril de 1948.
Patricia Lara ha recogido, de manera disciplinada y fatídicamente ordenada, el mito de la espada de Bolívar a quien las lenguas ocultas del M19 fueron construyendo como un símbolo y terminó siendo un espectáculo inentendible para la mayoría de colombianos cuando Petro demoró su posesión como presidente hasta que Duque no dejara salir la urna que contenía la espada del libertador que cargaban simbólicamente soldados disfrazados de patriotas veintejulieros.
Para poder contar su historia, Patricia va y viene de la historia real del M19, que nadie había contado en el detalle sucinto que ella lo hace en este libro. Al lograrlo, el mito de la espada de Bolívar se pierde en las páginas de los pormenores y fechas de la biografía del M19 desde su fundación hasta que Petro es presidente.
Como tal, y por ser el primero que genera esta revisión histórica el libro tiene su mérito ganado. Pero como su labor fundamental era crecer más el mito de una espada que a lo mejor ni de Bolívar llegó a ser, seguirle la pista a la espada en los escondijos que le buscan luego de que la secuestran de la Quinta de Bolívar en Bogotá, y verla yendo y viniendo por cuartos de rebrujo, cajas fuertes de las embajadas cubanas, o enterrada en una finca de Cundinamarca o guardada en el zarzo de la casa del poeta De Greiff, se vuelve casi que en una novela que aunque es de múltiples personajes se deja leer por la facilidad de cronista que Patricia Lara exhibe en toda su prosa.
Es un libro para entender a una Colombia que nos forjó al olvidado Bateman y nos entregó en bandeja a Petro, curiosamente sin romperse ni mancharse con el cruel devenir guerrillero que se trasluce en todas las historielas que ella narra de sus compañeros de agrupación.
Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.
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