3 mayo, 2024

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Qué lee el maestro Gardeazabal: Alarico, Rávena y Gala Placidia

Gardeazabal

@eljodario

·      Reseña de tres libros sobre los godos y su influencia en la historia

Desde cuando comencé a leer en mi lejana infancia me impresionó las repetidas formas de llamar “bárbaros” a los sucesores del imperio romano.

Cuando me adentré un poco más en las raíces de la civilización a la que nosotros, mestizos de varias fuentes, finalmente pertenecemos me fui convenciendo que los tales bárbaros no lo eran y que entre la Iglesia de Roma, los herederos del antiguo imperio romano, pero en especial Carlomagno y su Sacro Imperio Germánico quisieron borrar su huella demeritando la influencia de la civilización goda y astrogoda.

Quizás porque les avergonzaba ser descendientes de los sucios, barbados, mal vestidos y agresivos habitantes del norte de Europa que se enfrentaron a Roma. O porque la existencia de un personaje femenino tan impactante como Gala Placidia, la reina de reinas y el mundo que ella hizo girar desde Rávena, les fastidiaba en su machismo.

Pero con solo ver los murales sobrevivientes de Rávena la cuasicapital de los bárbaros entendí que había una visión deformada de los godos, lo que me llevó a leer más sobre ellos. Topé entonces con el personaje borroso, pero muy influyente, de Alarico el primer emperador godo. Hurgándolo apelé a mi inolvidable profesora de arte, Soffy Arboleda de Vega quien nos recalcaba el efecto artístico supremo de los mal llamados bárbaros en tumbas y mosaicos. Y leyendo aquí y allá terminé más admirado aún sobre el poder, la leyenda y la capacidad de mecenas de Gala Placidia.

Por estos días, leyendo el estudio de Judith Herrin sobre Rávena, la capital del imperio godo, y acompañándolo con la biografía sesgada de Douglas Boin sobre Alarico, completé el marco del gran retablo de desprecios que por siglos fomentaron papas y obispos, emperadores y reyes tratando de demeritar no solo a los godos sino al arte y la ciencia gótica.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.

Una oleada revisionista, fundamentada en España y que ha contagiado a Alemania, ha permitido situar de nuevo en el nicho que les corresponde históricamente a estos gestores del saqueo de la ciudad de Roma, pero también de una manera de entender la evolución del pensamiento a la que Occidente le debe sus verdaderos pivotes.