2 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Que está leyendo Gardeazabal: “Fuegos Fatuos” y “Atardecer en la ciudad”

De Oscar López Pulecio y Carmiña Navia Velasco 

En el Cali de 1966/67 hervíamos nuestras ilusiones y atrevimientos en una ciudad repleta de cultura y civismo y nos sentíamos orgullosos de estudiar en la Universidad del Valle con profesores de categoría internacional.  

Con Carmiña Navia teníamos en el Diario Occidente un par de “Páginas Nuevas” donde cabían los que en juventud nos sentíamos capaces de ascender las tortuosas escaleras del olimpo literario provinciano. 

De ese foco surgió un grupo literario “Los Dialogantes” que buscaba hacerle contrapeso al totalitarismo de los nadaístas y aunque no tuvimos a un Gonzalo Arango, teníamos a Andrés Caicedo. Allí, en ese grupo de vida efímera pero recuerdos eternos, cuna primigenia de “Que Viva la Música” y “Cóndores no entierran todos los días” estábamos a más de Andrés, Carmiña y yo, otro grupo de atrevidos ingeniosos que alguna huella dejaron en la vida y la literatura caleña y nacional.  

Más de medio siglo después, uno de ellos, Oscar López Pulecio ejercitante muy particular del oficio periodístico durante todos estos 56 años y sumo sacerdote de las olvidadas maneras dieciochescas, coincide otra vez con Carmiña Navia Velasco, doctora en Literatura, Profesora Honoris Causa y militante activa del trabajo social de las religiosas javerianas en su casa de apoyo del barrio Meléndez, publicando sendos libros en el ámbito caleño.  

Oscar reúne su impecable prosa británica en un compendio de breves notas periodísticas que más parecen dictadas desde la cátedra salmantina que publicadas en El País y Las 2 Orillas. Carmiña en “Atardecer en la ciudad”, un libro impreso por la editorial española Pigmalión, arremete de nuevo con el estandarte de su verdadero oficio literario, la poesía, renovando bríos y confirmando por qué ha llegado a la cúspide del respeto literario entre las féminas colombianas.  

Oscar, en sus “Fuegos Fatuos” devela el secreto de su éxito periodístico que nos hace sospechar que es a veces una reencarnación del cardenal Richelieu y otras de Oscar Wilde. 

Carmiña revive la fuerza poética para narrar, en una estrofa extrema de solo 9 renglones, la triste historia del Cali destruido a trechos mientras nos hace tragar entero recordando a su abuela Berlamina y sus pandebonos vallunos.  

Son dos libros muy opuestos, pero capaces ambos de tocar las sensibles fibras de mi amistad y gratitud por ellos dos durante medio siglo.  

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal. 

Dos libros para recordar que los tres hicimos parte, con Andrés Caicedo y otros 9 significantes más de una esperanza juvenil combativa que todavía nos saca una sonrisa: Los Dialogantes.