1 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Por una ingeniería integradora1 

Jose Hilario Lopez

Por José Hilario López 

En su prólogo a mi libro “Historia de la infraestructura vial en Colombia, Antioquia se abre al mundo” en proceso de edición por la Universidad de la Salle, el ingeniero Darío Valencia Restrepo postula tres momentos para el desarrollo de la ingeniería, que se inician con el maestro constructor, el artesano que por su ingenio era encargado por los soberanos de la antigüedad de la erección de los monumentos para rendir culto a su memoria o a sus dioses, así como de la ejecución de obras de ingeniería, principalmente  para regadío y  control de inundaciones. 

Con el imperio romano aparecen los primeros ingenieros y arquitectos, que proyectan y construyen las grandes calzadas que comunicaban la capital con sus provincias, entre las cuales la más importante fue la denominada Vía Apia, así como acueductos y fortificaciones. Uno de los máximos exponentes de la ingeniería romana fue el arquitecto e ingeniero Marco Vitruvios, quien acompañó a Julio Cesar durante la conquista de Las Galias, cuyo legado se compendia en su famoso tratado “Diez libros sobre la arquitectura”, que además del estado del arte en esta práctica profesional se extiende al estudio de los materiales de construcción. 

A la caída del Imperio Romano, Siglo VII de nuestra era, casi desapareció la ingeniería y la arquitectura como profesiones y su lugar fue retomado por los maestros artesanos, que se dedicaron preferentemente a la construcción de las grandes catedrales y castillos medievales.  

Con el Renacimiento, que surge en el Siglo XV en Italia, se recupera el conocimiento de la antigüedad clásica, incluyendo la ingeniería del desaparecido Imperio Romano, y además se enriquece con el aporte de genialidades creativas, entre las cuales se destaca Galileo Galilei. El empirismo que, como corriente filosófica se originó en el Reino Unido durante los siglos XVII y XVIII, allana el camino para el advenimiento de la Revolución Industrial y la máquina de vapor, el gran invento del escocés James Watt, que logró convertir la energía calórica obtenida de la combustión del carbón en energía mecánica. Entramos, entonces a la ingeniería como ciencia y arte. 

Con la Revolución Industrial se da inicio al Antropoceno, nuestra modernidad, cuando llegamos a tener la capacidad de transformar radicalmente nuestro entorno natural y con ello amenazar la existencia de los ecosistemas, incluyendo nuestra propia vida. Y así estamos atrapados por el Neoliberalismo, fase superior del Capitalismo, que se empeña en sobreexplotar los bienes naturales, sólo con el propósito de acumular riquezas, la esencia de la misma permanencia del sistema. 

Antes de referirme al ingeniero integrador, el profesional que requiere nuestro compromiso con un buen Antropoceno, se deben precisar algunos términos. 

Territorio es un concepto que incluye el medio natural y social, lo que en conjunto conforma el entorno geográfico. Para intervenir en este entorno, el ingeniero integrador tiene que apoyarse en disciplinas tales como: la geología, la geografía, la biología, la ecología, la sociología y la política, la buena política, aclaro. No es que el ingeniero tenga que ser un especialista en todo lo anterior, pero si debe ser un profesional apto para interactuar en grupos multidisciplinarios que trabajan el territorio. 

Ingeniería integradora es aquella que cumple una función social, en el sentido de atender los requerimientos de bienestar socioeconómico identificados por la comunidad o mediante ayuda profesional. Corresponde al ingeniero integrador proponer alternativas que deben ser concertadas con las comunidades, de modo que estas y sus dirigentes participen activamente en la selección de la solución que proporcione un máximo beneficio socioeconómico, asegure una mínima afectación a los ecosistemas y que además presente el menor riesgo para la población. En definitiva, un ingeniero humanista regido por principios éticos, que antepongan el servicio a las comunidades a los afanes del lucro.   

A las afectaciones asociadas con el Calentamiento Global, en nuestro país se agregan las altas tasas de erosión de los terrenos de ladera en la región andina, drenadas por los ríos Magdalena y Cauca, una de las macrocuencas más intensamente degradas del continente, lo que además de la acelerada pérdida de suelos agrícolas, conlleva la sedimentación de embalses y ciénagas, donde, al descomponerse la materia orgánica, asociada al material térreo, se libera  metilmercurio, que entra a la cadena trófica y gases de efecto invernadero. Como si esto fuera poco, los sedimentos que vía Canal del Dique llegan a la Bahía de Cartagena están destruyendo los arrecifes coralinos, unos de los más ricos santuarios de la biodiversidad que caracteriza nuestros mares continentales. Desde hace varias décadas, el autor de estas líneas ha estado insistiendo en la urgencia de crear una cátedra sobre control de erosión, una ingeniería integradora de disciplinas relacionadas con la geología, la geomorfología, la ingeniería civil y las profesiones relacionadas con el agro, entre otras. 

Ante las tragedias ocasionadas por las intensas lluvias durante lo corrido del presente año y las consecuentes afectaciones a las comunidades y a las obras de infraestructura, en este momento es obligatorio reflexionar sobre el desconocimiento u omisión en el medio de los conceptos de amenaza, vulnerabilidad y riesgos, relacionados con procesos naturales y antrópicos y, en general, sobre la disciplina conocida como ingeniería de gestión de riesgos. En lo relativo a las obras de infraestructura vial existente y en construcción, es urgente hacer un estudio de amenazas por deslizamientos y avenidas torrenciales que permita anticipar acciones y obras de protección de los sitios vulnerables. Antes de avanzar con nuevas obras es necesario proteger lo existente. 

1Esta columna es un resumen de mi reciente intervención en la Comisión Académica de la SAI, donde participaron varios de los decanos de las facultades ingeniería de la ciudad de Medellín, así como distinguidos colegas.