Plebiscitos de la honra personal y buena fe del exembajador Fernando Panesso

Que un periodista investigativo de la talla de Alberto Donadío dedique dos columnas seguidas a un mismo tema es una señal suficiente de su trascendencia.

Así ha sucedido con el arbitrario fallo de la Contraloría General de la República, que, a pesar de un absolutorio informe técnico de sus funcionarios, decidió sancionar al ex gobernador de Antioquia y notable hombre público Fernando Panesso Serna a esa especie de patíbulo civil, que incluye su inclusión en el Boletín de responsables fiscales y su condena a pagar 19.000 millones de pesos, que se han multiplicado como sanguijuelas.

La primera columna de Donadío en la revista Semana fue comentada aquí, y bien vale la pena leerla nuevamente:

Ahora bien, lo que denota el calado de la infamia perpetrada contra este servidor público, es la avalancha de comentarios de solidaridad y de fe en su inocencia, que Donadío recoge en su segunda columna sobre el tema, publicada este domingo en la revista Semana.

Hay allí un concurso de hombres y figuras públicas alrededor del respaldo a Fernando Panesso Serna, que bien podría uno preguntarse si la inocencia trucada por organismos destinados a impartir justicia y funcionarios que han pasado por sus puestos directivos debe ser redimida en esta especie de plebiscitos de la buena fe y de la honra personal, como el que ha recibido el exembajador Panesso Serna.

Aparecen citados por Donadío personajes como Enrique Peñalosa, Germán Santamaría, Ramiro Osorio, José Fernando Isaza, Víctor G. Ricardo y Angela María Orozco, quienes amparan a Panesso con sus palabras, bajo un manto de absoluta confianza en su inocencia, radicada en años de servicio público sin prontuarios ni excrecencias judiciales.

El Tribunal Administrativo de Cundinamarca tiene en sus manos la apelación al absurdo y vejatorio fallo. Ojalá este manifiesto de desagravio público recibido por Fernando Panesso Serna se convierta en un acicate para que, por fin, se haga justicia. Y no, como titula la columna de Donadío, se siga condenando a los inocentes.