20 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Ocurrencias de un psicótico 

Carlos Alberto Ospina

Por Carlos Alberto Ospina M. 

Una especie de tirano que abusa de su poder, va contra la justicia, sufre de delirio paranoide y tiene complejo de castración ideológica, ¡nunca jamás!, podrá personificar un proyecto de cambio por la vía democrática. Dice poseer la boca de verdades proveniente del consistorio divino, cuando mucho, solo escupe ponzoña y alevosía. 

Este sujeto conjetura que no hace parte del mundo de los mortales, salvo sea el lugar para esparcir la mala fe, el privilegio odioso de los ineptos secuaces y la inquina por aquellos que producen riqueza a base de trabajo honesto o resguardan la Constitución.  

Habiendo invernado en virtud de los constantes estados de alucinación, en el momento menos pensado, grita en dirección al cosmos con las fauces retorcidas para aprisionar inocentes a modo animal famélico que descuartiza todo lo que se le cruce en el camino; puesto que cree que saldrá absuelto e inmune por sus pecados de bestialidad.  

Dominado por el ánimo pendenciero, el apetito solapado de venganza y el temor a ser descubierto, lanza en ristre, dispara calumnias e injurias a medida del deseo de instituir el caos. Parte de la táctica retórica que consiste en tocar las emociones de los más pobres para que sean carne de cañón durante el lapso en que este opresor y su círculo de iluminados, se llenan los bolsillos. Al mismo tiempo, derrocha a manos llenas sin considerar el impacto acerca del detrimento patrimonial, el estancamiento de la economía, la inflación, el aumento de la hambruna, la fuga de capitales y la incertidumbre que afrontan los diversos sectores sociales. 

Por doquier, intenta meter en cintura a unos incautos con la patraña de que encarna a las clases populares, actuando como un pequeño burgués o un mafioso que malgasta los recursos públicos en asuntos personales. En consecuencia, pierde la vergüenza de dejar plantadas a las organizaciones populares, a las minorías étnicas y a los estudiantes. Por esto, se caen por su peso, las diferentes cosas contradictorias e irrespetuosas hacia la comunidad. 

Ese simple mortal, habla a borbotones de la posición dominante por parte de los distintos grupos empresariales y los tilda de asesinos. Al respecto, ¿qué argumento de autoridad moral puede exponer quién lleva sobre las palmas de las manos, la evidencia de los callos emanados por el accionar repetido de las armas de fuego y los delitos de lesa humanidad? Ninguno.  

Este individuo representa el abuso de superioridad en sus manifestaciones más complejas y embaucadoras. Mientras tanto, enloquece con la invención de logros sin pruebas ciertas; diseminando la semilla del engaño, la manía persecutoria y la invariable agresividad verbal para mover la horda de salvajes. Por efecto de esas ocurrencias psicóticas, adquiere el diploma de experto en timar, poner en tela de juicio la libertad de pensamiento y de manera especial, negar la ponderación fáctica de las altas Cortes dado que, el déspota, requiere tomarse las demás ramas del poder público a fin de ejercer la autoridad suprema del Estado. ¡Llamarle bienintencionado es mucho decir!