19 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Nobel de Paz: “Paz con la naturaleza y el clima” 

Por Claudia Posada 

Desde el primer instante en el que se supo la noticia confirmada, que el parlamentario noruego Rasmus Hansson nominó al presidente Gustavo Petro para el Premio Nobel de Paz en 2024, todos supimos que las reacciones serían las acostumbradas cuando el mandatario de los colombianos es el protagonista de contenidos internos o externos, importantes o pasajeros: Extrañeza y desconcierto para muchos, satisfacción para otro tanto, ira en algunos, o asombro autentico de rechazo con veneno, o sin veneno. Se conocen las predecibles maneras con las que han salido a opinar como se volvió costumbre: con arrogancia, cinismo o burla. Voces altaneras algunas, también sinceras de verdad otras. En todo caso los que no quieren a Petro ni poquito y se hacen oír, no tienen miedo de expresarlo, en cambio, cómo les da de miedo manifestar su admiración por él, públicamente, a muchísimos colombianos. Son bien conocidos los opositores que lo degradan como persona (tienen abundantes ciudadanos que les hacen eco) y como político (¿Estadista?) lo consideran absolutamente incapaz de gobernar, no ven en él ninguna gestión ni posición buena; claro que entre los opositores los hay que saben opinar en términos respetuosos, respaldados con argumentos de alguna manera sensatos. 

Narges Mohammadi, que sigue en una cárcel iraní desde el 2021, ahora por cuenta de una quinta sentencia, activista defensora incansable de los derechos humanos, nominada también por el noruego del Partido Verde, Rasmus Hanson, obtuvo el Premio Nobel de Paz en el 2023 al ser considerada todo una héroe por la Libertad y contra abusos a las mujeres. Y no se trata de pretender decir que la nominación al presidente de Colombia signifique la casi certeza de ser el que finalmente se lleve el galardón; por el contrario, lo más posible es que no sea para él, no porque los méritos que respaldan su nominación sean falacias; no, lo es porque hay, entre otras nominaciones conocidas (aunque supuestamente son secretas) activistas con valiosos intentos por el fin de las guerras en Gaza y Ucrania; lo mismo, fueron nominadas las organizaciones de Oriente Medio EcoPeace, Women Wage Peace y Women of the Sun por sus esfuerzos de paz entre israelíes y palestinos. 

Según él mismo lo dijo en entrevista llevada a cabo por Red+Noticias, para Hansson: “…el presidente de los colombianos »ha agregado un aspecto muy importante al proceso de paz, que es reconocer que la paz entre las personas solo se puede lograr si también incluye la paz con la naturaleza y el clima»”. (Negrilla del original) Su argumento para ciertos opositores, no solamente es absurdo sino ilusorio; no así para la comunidad internacional que ha visto, leído y oído las enérgicas posiciones del presidente Gustavo Petro y sus actuaciones en el mismo sentido. En sintonía con el mandatario, la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, María Susana Muhamad González, ha cumplido su rol con lujo de competencia, lo que permite ganar terreno en ejecutorias relacionadas con un tema que sin duda ha sido prioritario para el gobernante.  

Recordemos, por ejemplo, cómo a finales del año pasado, la funcionaria alertó a gobernadores y alcaldes con respecto al fenómeno de El Niño, habló de la urgencia de prepararse con los recursos de toda clase para prevenir y enfrentar, entre otros, los incendios; su voz de alarma parece que fue desatendida por quienes desconocen tal vez la conveniencia de aliarse con instancias nacionales prestas a dar apoyo en casos de posibles emergencias, o problemas ya en curso. Para servir a las comunidades, siempre será mejor dejar de lado los egos y mejor acudir a las prácticas colaborativas. En Colombia la defensa de los derechos humanos, la búsqueda de la paz y el trabajo por el ambiente son causa de persecución y muerte. Pero resulta que estos tres componentes, fusionados, se conectan con el Planeta y devuelven el equilibrio en la “Casa común” del que nos habla la Carta Encíclica Laudato Si, del papa Francisco, calificado también de comunista.