20 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Mucho tenemos que ver con la salud del Planeta

Claudia Posada

Por Claudia Posada 

En la sede de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) en Santiago de Chile, se reunieron en marzo de este año altos directivos de la Agencia Internacional de Energía (IEA), autoridades  de algunos países de la región versadas en el asunto – que es del ámbito mundial-, representantes de organismos internacionales, regionales y multilaterales como la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para llevar a cabo el “Taller de Expertos de Alto Nivel, con el fin de preparar  el Informe Especial sobre América Latina del World Energy Outlook 2023 de la IEA”. Por tal responsabilidad, analizaron y recogieron la información, necesidades y oportunidades que presenta la región en materia energética, y en consecuencia entregar lo consignado como “WEO-2023 Latin America Energy Outlook (Panorama de la energía en América Latina), lo que será incluido en la próxima edición del reporte anual que prepara la IEA.

José Manuel Salazar-Xirinachs, funcionario de las Naciones Unidas y actual Secretario Ejecutivo de la CEPAL, como anfitrión del encuentro, en su intervención de apertura, dijo: “La situación actual de crisis en cascada y sus efectos para América Latina, incluyendo el aumento de la pobreza, una nueva década perdida en crecimiento económico, alta inflación y restricciones fiscales, han puesto en evidencia la fragilidad y vulnerabilidad de los sistemas energéticos de los países, con impactos negativos en la seguridad, equidad y sostenibilidad energética. Estas crisis han afectado de manera especial a los hogares de los quintiles más vulnerables, empeorando la situación de pobreza e inequidad”.

Es posible que la señora exministra de Minas y Energía de Colombia, Irene Vélez, no estaba tan desenfocada; tal vez haya hecho pronunciamientos a la ligera, inoportunos, apresurados si se quiere, por la falta de discernimiento respecto a las audiencias, las que sin comprensión alguna entraron a descalificarla prematuramente; ante escenarios impreparados quizás, o conocedores pero contrarios a sus planteamientos por intereses distintos, en nada coincidentes con los suyos, no permitieron que aterrizara en los ambientes políticos, seguramente muy ajenos a su cotidianidad y trayectoria; tal vez todavía no sabe que ese, ese tejemaneje de la política (aquí y en todas partes) es otro cuento. 

Trascendió en cambio, luego de aquella reunión en marzo 2023, en la que autoridades y expertos consideraron la urgencia de acelerar la transición energética en América Latina y el Caribe, que la CEPAL la plantea como un proceso de transformación sostenible del sistema energético que requiere un nuevo ecosistema de gobernanza, inversiones dirigidas y marcos regulatorios modernos, así como la adaptación de las instituciones y las políticas públicas. 

Por otra parte, en el mundo crece el interés decidido de controlar las “enfermedades” ambientales, de ahí que hablar de salud planetaria suene cada vez más -por fortuna- pues se trata de un asunto cuya dimensión no permite ignorarlo.  En el libro La Salud Planetaria, escrito por Fernando Valladares RosXiomara Cantera ArranzAdrián Escudero, estudiosos investigadores de los fenómenos ambientales,  señalan: “La salud humana, la de las plantas y la de los animales son interdependientes y están ligadas a la salud de los ecosistemas en los que conviven. El ser humano se ha convertido no ya en el responsable sino, paradójicamente, en una de las principales dianas de su relación tóxica con la naturaleza, generando una grave crisis ambiental y una sociedad extremadamente desigual, con problemas psicológicos crecientes y con millones de muertes evitables. Para entender cómo hemos llegado aquí y, sobre todo, cómo podremos sortear esta trágica historia que lleva un inquietante rumbo hacia el colapso, hay que acercarse al mundo de las interacciones complejas, en cuya base se encuentra una biodiversidad amenazada”.

Cuando los negacionistas del cambio climático salen a vociferar, extrañamente iracundos, criticando el temor de los ambientalistas -para quienes no es ninguna mentira nuestra destrucción de la Naturaleza- recordamos el poco examinado asunto de la etapa antropogénica; es decir, derivada del  concepto «Antropoceno», término que empezó a oírse en el año 2000 en boca de Paul Crutzen, ganador del Premio Nobel de química en 1995, nombre con el que designó la nueva época geológica caracterizada por el impacto del hombre sobre el planeta que nos arropa.  Son las acciones desmedidas del ser humano -ambicioso y egoísta- lo que trae graves consecuencias; entre otras, cambios en el ciclo del agua, desequilibrios y destrucciones en los ecosistemas marinos y terrestres, el aumento de fenómenos meteorológicos extremos (El Niño y La Niña), la acidificación de los océanos o la desaparición de los bosques.

Greenpeace dice: “Se atribuye a la expansión agrícola mundial el 80% de la deforestación de bosques, algunos tan importantes como la Amazonía. El sector agrícola es ya responsable del 24% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y las estimaciones indican que seguirán aumentando. De éstas, el 14,5% del total son provocadas por la ganadería, tantas como las de todo el transporte mundial junto. Los nitratos derivados del uso masivo de fertilizantes sintéticos y de la ingente cantidad de excrementos generados por la ganadería industrial se filtran en el terreno envenenando la tierra y sus acuíferos. Según la FAO, nos encontramos ya en una «crisis global de la calidad del agua».

¿Hasta cuándo tenderemos que soportar la trivialidad de los supuestos lideres políticos que en Colombia no van más allá de salir con sandeces, por supuesto en nada edificantes, soltando cortinas de humo sobre los asuntos a los que se atraviesan pues no son iniciativas que venga de ellos mismos? O lo que es peor, porque son justamente los que contribuyen, con sus grandes negocios e industrias desaforadas, al empeoramiento de la emisión de gases efecto invernadero.