11 septiembre, 2025

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Más que un presidente, necesitamos un estadista

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Claudia Posada

Por Claudia Posada 

Para definirnos por quién vamos a depositar nuestro voto en el 2022 como el máximo gobernante, debemos empezar por reconocer unas mínimas, pero esenciales, condiciones que acompañen a ese hombre o aquella mujer que vemos como un Estadista, no como simple presidente de turno.  

Pero ¿cuál es la diferencia entre unos y otros? Un Estadista conoce el pasado del país, sus conflictos, qué cambió su rumbo, de qué gozaba Colombia años atrás, e impactos que llegan hasta el presente. Sabe desentrañar los males “congénitos” y ver las diferencias aprehendidas. 

Un Estadista debe tener clarísimo nuestro presente, de dónde venimos y para dónde va el país; no se queda en juzgar de manera tan simplista como lo es ponerle nombre propio a males enraizados, pues con achacárselos a alguien en particular, no se resuelven. 

Un Estadista tiene la visión completa del presente colombiano en lo económico, social, ambiental y político, de amplio espectro y variables de suma complejidad, además, al que hay que sumarle un componente que sigue golpeando al mundo: La pandemia.  

En lo político, Colombia se ve de cara a unas elecciones en las que generaciones, antes ausentes de los procesos democráticos, ahora quieren ser protagonistas de los resultados electorales; pero como no han sido tenidos en cuenta para la participación ciudadana, su formación política no es fuerte, no tienen, en general, los cimientos del pensamiento ideológico sin distorsiones, están dispersos, errantes.  

Aglutinarlos para conducir sus deseos de verdadero cambio, es trabajo de líderes que, en todo caso, no sean los dueños de esas maquinarias obsoletas que aparecen repitiendo sus listas.  

Así y todo, el presente político, gracias a coyunturas recientes, pinta mejor y se visualizan escenarios alentadores mirados con relación a los sofocantes espacios ocupados por los de siempre. 

Un Estadista sabe adelantarse al futuro; no por obra y gracia de la prestidigitación, no, es porque tenga la inteligencia, toda esa que le falta al mandatario vecino; si, al mismo que tiene a sus gobernados en tristes penurias, y a toda Suramérica enfrentando, por añadidura, la tragedia de los emigrantes.  

Colombia necesita un Estadista que interprete el presente con toda la inteligencia que demanda el futuro de nuestro país, para garantizarnos que habrá sabiduría y democracia en sus decisiones. 

El presente colombiano aparece en los discursos de un montón de candidatos que evidencian su incapacidad para gobernar una Colombia sumida en tristes  cifras de asesinatos a líderes sociales, cívicos y ambientales; un país de corruptos inescrupulosos a los que no se les da nada brindar por la plata que le arrebataron a la niñez más pobre; con grandes extensiones de plantaciones ilegales para lo que no tienen idea cómo resolver en las instancias de  los poderes ejecutivos y legislativos ocupados en asuntos de estrategia electoral, porque es lo único que les importa. 

Las posiciones de los candidatos a la Presidencia de Colombia y aspirantes al Congreso, no tocan con los temas de fondo para las crisis que arrastramos desde el pasado. Y es que no conocen el pasado, juegan con el presente porque no han aterrizado, no han salido de sus alucinaciones; tienen fantasías producto de las ambiciones de poder.  

Así que tenemos muchos para Presidente de Colombia; pero muy, muy pocos, entre quienes elegir al Estadista que necesitamos.