25 octubre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Los Susurros de Kico Becerra

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Francisco Becerra

Por Francisco Becerra 

La marcha del silencio de hoy tiene un significado trascendental para el futuro inmediato de Colombia. Será la prueba de que el país está mamado de la violencia, tanto física como verbal, y que rechaza la forma como el actual gobierno está manejando a la Nación.

Tiene también un llamado de atención a los congresistas que le han venido haciendo juego al régimen petrista a cambio de puestos y contratos, pensando que a la mayoría de los colombianos no les importa su corrupto comportamiento.  Si ven una masiva participación ciudadana, de seguro pensarán seriamente lo que les puede pasar electoralmente en los próximos comicios.

Será también una forma clara de mostrar si la patria está adormecida y no le importa nada lo que está padeciendo o, por el contrario, está lista a protestar para defender a las instituciones y el futuro de la democracia.

Lo que está en juego es eso: el futuro democrático de la Nación. Lo realizado y anunciado por el gobierno, con decretos totalmente inconstitucionales y con amenazas de Asamblea Constituyente sin pasar por el Congreso, es simplemente el comienzo de una dictadura sin contrapesos de poderes.

Lo que no se dan cuenta los que hoy aplauden y apoyan al gobierno es que, el año entrante, otro gobierno puede hacer lo mismo. Basta con decir que ganó la presidencia y, por decreto, puede acabar con una serie de derechos sociales, argumentando que este gobierno que está terminando también lo hizo.

Qué tal, pregunto nuevamente, que el próximo gobierno resulte de derecha y, por decreto, busque acabar con las garantías judiciales que hoy goza Petro por el hecho de ser presidente y, el año entrante, expresidente. ¿Qué dirán sus adictos seguidores, si su gobierno hizo lo mismo?

Los que hoy defendemos el régimen constitucional lo hacemos pensando que hoy por mí, mañana por ti.

Acabar con la independencia del poder de los jueces es abrir el camino a gobiernos hegemónicos.  Simplemente les recuerdo el caso de Cristina Kirchner y de Evo Morales, hoy perseguidos y condenados por jueces que ellos politizaron cuando fueron mandatarios.

Muchos harían fiesta si metieran preso a Petro, hecho que hoy es casi imposible porque la Comisión de Acusaciones del Congreso nunca condenará a un presidente.  Si estuviera sometido a justicia ordinaria, la cosa sería a otro cantar, no solamente con él, sino con muchos expresidentes.

Un eventual gobierno de extrema derecha podría sacar su decretazo y cambiar esa garantía constitucional que tienen los aforados.  Su argumento sería: Si lo pudo hacer Petro, ¿por qué el nuevo gobierno no?

Por eso, el volumen de las marchas hoy será de gran importancia para el futuro de la democracia constitucional representativa que tenemos en Colombia.

Ñapa: Padre que se quede en la casa, no podrá quejarse de lo que está sucediendo hoy en Colombia y de la patria que le está dejando a su familia.

Ñapita: La marcha del silencio puede ser la que más ruido produzca las semanas siguientes.

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