Los Susurros de Kico Becerra

Por Francisco Becerra (foto)

Con la ventaja de no ser comentarista deportivo que en estos días nos tienen copados las 24 horas, voy hacer un reconocimiento a un  SEÑOR llamado Néstor Gabriel Lorenzo.

Lorenzo es un caballero de 59 años que jugó fútbol como defensa en Argentina e Italia. Aunque no se sepa mucho, jugó una final de un mundial como defensa de la selección Argentina dirigida por el gran Salvador Bilardo.

Este distinguido SEÑOR, mide 1.85 de altura, es calmado, analítico, mesurado en sus comentarios y, aunque parezca increíble en un argentino, no es engreido.

Como buen discípulo de Bilardo es cabalero (agüerista) y usa siempre en los partidos que dirige un traje oscuro con camisa vinotinto; además, es creyente consumado de la Virgen María; usa una medalla en su solapa o debajo del bolsillo delantero del traje.

Néstor Gabriel es prudente y reservado; de una vida privada organizada, no se le conoce ningún desmán y, por el contrario, tiene fama de ser querido y afectuoso con la gente: habla tres idiomas, inglés, italiano y castellano.  Tiene dos hijos:  Una médica que trabaja en Buenos Aires y un hijo que es asistente de su padre en la Selección Colombia.

Lorenzo es disciplinado con su trabajo, respetuoso y cariñoso con los jugadores, quienes lo quieren y respetan.  Logró revertir, a base de entrenamiento y convencimiento, la falencia del equipo colombiano en los cobros de tiros libres e inspiró a esos muchachos para aspirar en grande y confiar en sus condiciones.

Como Pékerman, infunde respeto al verlo y seguridad en sus conocimientos deportivos. Me recuerda siempre una frase que le escuché al Maestro Echandía:  «No es buen primero el que no ha sido buen segundo». Néstor fue un gran asistente técnico, de hecho, solo ha sido entrenador titular del equipo Melgar del Perú y de la selección Colombia; con mucho éxito, sobra decirlo.

Seamos o no campeones de la Copa América, debemos homenajear al gran entrenador que tenemos y a todos esos jóvenes Colombianos que, con sacrificio y entrenamientos nos han llenado de orgullo patrio.

Ñapa: Si James a sus 33 años fuera Argentino, lo tendríamos al lado de Messi y Maradona; el problema es que es cucuteño.

Ñapita: Tenemos dos jugadores jovencitos de 20 años que serán estrellas fulgurantes:  Yaser Asprilla y Jhon Durán; ya verán.

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