2 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Los ciudadanos ante la corrupción

Por Orlando Arenas Tamayo

Estos tiempos de pandemia nos permiten, entendiendo a Deepak Chopra, una gran oportunidad de replantear nuestras acciones ciudadanas para preguntarnos qué nos está pasando, porque vemos al gobierno dictando disposiciones, orientadas a nuestro juicio, a paliar los efectos de la parálisis y el aislamiento que poco a poco van acabando con la industria, el comercio y los servicios, mientras los Bancos forrados en dinero y con recursos que les gira el Estado para que alivien a las pequeñas empresas y a sus propios acreedores, no rebajan las tasas de interés en reciprocidad y solidaridad con el pueblo colombiano. Además, el Banco de la República les había bajado las tasas en el mes de marzo, precisamente para disminuir el interés de los créditos.

Las denuncias de algunos congresistas no parecen importarles y me pregunto si el presidente Duque será capaz de meter en cintura a los banqueros, que cobran intereses de usura y no dan muestras de sentirse solidarios con los colombianos a quienes esquilman sin piedad. Las gentes les temen y los detestan y el gobierno debe obligarlos a cumplir las normas de la solidaridad y regular estrictamente sus actividades para que las orienten, si bien con criterio comercial, también con sentido social.

Señor presidente, el pueblo colombiano votó rotundamente contra la corrupción y ni el congreso ni el ejecutivo han sido claros en combatirla y usted es el encargado de no darle tregua a esta otra catástrofe nacional con medidas claras que apunten a prevenirla y a sancionar a los responsables con penas de cárcel y a subsanar las pérdidas del patrimonio público con los bienes de los propios corruptos. La situación actual se ha disparado a límites intolerables y se está poniendo en entredicho su credibilidad si la justicia no actúa severa y ejemplarmente.

Hay congresistas muy buenos y personalmente escuché intervenciones como las del senador Juan Felipe Lemos y de otros más sobre el tema de los Bancos, pero la pregunta que me hago es cuál es el poder político de nuestros congresistas que no tienen relevancia ante el ejecutivo central y sus posiciones se vuelven un saludo a la bandera. Aquí no pasa nada y la gente desespera.

Por otro lado, no han servido jamás las llamadas IAS (Procuraduría, Fiscalía y Contraloría) para investigar, condenar, encarcelar y hacer pagar a los responsables de la corrupción, nunca en Colombia y ahora menos.

El tema de escándalo ahora son los contratos de toda laya que se vienen entregando a firmas y empresas de dudosa procedencia para la adquisición de bienes y servicios para combatir la pandemia o para las necesidades del sector público, aprovechando la emergencia que les permite a alcaldes, gobernadores y funcionarios asignar a dedo para que el Estado tenga que pagar artículos de cuatro mil pesos a precios cuatro o cinco veces superiores. Lo doloroso es que la esperanza de un alcalde limpio en Medellín también se nos esfumó con Daniel Quintero, contratando con firmas de dudosa procedencia y legalidad, sin capacidad jurídica, cuyos activos son cientos de veces inferiores al contrato, que no tienen experiencia de contratación con el Estado, como piñaterías,  firmas constructoras o agencias de publicidad y estas empresas se contratan para suministrar tapabocas, ayudas alimentarias y otros propósitos que no son pertinentes con la naturaleza de las mismas, por cifras milmillonarias, pues en solo tres contratos adjudicó por valor de siete mil ciento veinte millones novecientos cuarenta y siete mil cuatrocientos ochenta y ocho pesos ($7.120.947.488,oo). Esto lo denuncia el concejal Alfredo Ramos Maya y las cadenas de noticias Caracol y RCN no dan cuenta de ello. Los ciudadanos le creen a Daniel Quintero y no parece importarles las denuncias en cuestión, tal vez porque saben que no pasará nada como en los casos de Sergio Fajardo, cuando alcalde o gobernador.

Ya Daniel había sido criticado duramente por los comentaristas por su auto reportaje en El Tiempo de Bogotá, a un costo de más de doscientos millones de pesos, para anunciar sus obras pudiéndolo haber hecho por Tele Medellín o Tele Antioquia sin costo o haberle pagado a El Colombiano o El Mundo. Lo paga a los medios capitalinos porque está en campaña el señor y eso que acaba de entrar a la alcaldía. Muy pronto los ciudadanos sabrán que no se le puede creer a ese alcalde.

Los ciudadanos oyen todos los días al presidente y sus ministros hablar de las medidas para llevar ayudas a los más necesitadas, pero siento pesar porque hay gentes humildes y necesitadas de verdad que no están en las listas de alcaldes, concejales y gobernadores, que no tienen quien hable por ellos y nadie les llevará nada.

¿Y dónde están los controles para evitar la rapiña de las alimañas? ¿En Colombia, sí existen veedurías?

Entre la alternativa de morirse por la pandemia o por el hambre, la gente escogerá arriesgar la vida en la pandemia y saldrá a buscar el alimento para ellos y para sus familias, así les vaya la vida en el intento.

Los ciudadanos en este país son ahora una excelente levadura para construir un nuevo orden con otra clase dirigente porque la actual fracasó en los odios, las discriminaciones y la corrupción a izquierda y derecha.