No hay duda de que un buen enfoque para el desarrollo social y educativo, deviene en avances frente a la innovación, la sostenibilidad y la capacidad de transformación. Ese es el reflejo de un Medellín y su propósito de innovar. Ese es el destello de un Medellín y su reto de abrazar las nuevas tecnologías y los proyectos de ciencia. El gobierno de Federico Gutiérrez se la “ha metido toda” a la integralidad como ejercicio inversor de índoles educativa y social.
Seríamos cicateros si no manifestáramos que todavía seguimos degustando el reciente anuncio del Foro Económico Mundial en Davos (Suiza), donde se hizo público el hecho de que en Medellín se erigirá el Primer Centro para la Cuarta Revolución Industrial (C4IR) en América Latina. No es raro que haya sido “La Bella Villa” la ungida, pues esta metrópoli ha sido un referente que subsume logros como el reconocimiento realizado por la Unesco 2018 (gestión educativa en pos de igualdad de oportunidades) y el del 2013, como la ciudad más innovadora del mundo, derrotando a Nueva York y Tel Aviv.(Lea la columna).
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