18 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

La ingeniería de consulta en Colombia

Jose Hilario Lopez

Por José Hilario López 

A finales de la década de los cuarenta del siglo pasado empezaron a soplar nuevos vientos en la ingeniería colombiana, cuando la escuela de ingeniería anglosajona y americana, un modelo que preferencia los procesos basados en la experiencia y el pragmatismo, irrumpió en nuestro medio, en contraste con el modelo francés, un modelo que preferencia los procesos analíticos, imperante durante la primera mitad del siglo XX. A partir de entonces, la década de los 40, en nuestro país empezaron a surgir programas académicos especializados de ingeniería, tales como las ingenierías eléctrica y mecánica. A esto se sumó el aporte de ingenieros colombianos especializados en los Estados Unidos e Inglaterra, que habían hecho estudios en áreas como centrales hidroeléctricas e ingeniería eléctrica y mecánica, que regresaban a trabajar en empresas del sector público o a crear sus propias firmas de ingeniería de consulta. 

El modelo anglosajón de ingeniería integra la experiencia y el trabajo conjunto de varios especialistas en diversas disciplinas. Hasta la década de los 40, en Colombia estas disciplinas no se habían desarrollado, pues lo que se enseñaba en las universidades se reducía a la ingeniería civil. En los primeros años de la década del cincuenta la Universidad Industrial de Santander y la Universidad Pontificia Bolivariana abrieron programas de ingeniería eléctrica y mecánica, a lo cual se sumaron la Universidad de los Andes y la Facultad Nacional de Minas. 

Las primeras empresas consultoras nacionales de ingeniería surgieron para llenar el espacio dejado por firmas asesoras extranjeras en campos especializados, particularmente aquellos relacionados con las obras de infraestructura, en momentos en que la nación entraba en una fase de expansión del sector hidroeléctrico y se desarrollaban grandes obras de infraestructura vial y sanitaria. El mayor crecimiento de la consultoría se dio en la década de los setenta, cuando se pasó de tener 20 firmas consultoras nacionales registradas en el año de 1970 en el país a un poco más de cincuenta en el año de 1978 (https://revistas.uniandes.edu.co/doi/pdf/10.16924/revinge.27.14). Colombia fue uno de los países latinoamericanos donde en los años 70 y 80 se construyeron más aprovechamientos hidroeléctricos. Gracias a la hidroelectricidad, hoy nuestro país es la cuarta matriz energética más limpia del mundo. 

Los primeros emprendimientos en la ingeniería de consulta colombiana fueron INGETEC, fundada en 1947 en Bogotá e INTEGRAL, fundada en 1955 en Medellín.  

INGETEC nació de la escisión de la compañía OLAP en dos empresas: una dedicada a la construcción y otra dedicada a la consultoría, lo que dio origen a OLAP Ingeniería y OLAP Construcción. OLAP Ingeniería pasó a ser INGETEC cuyo primer gerente fue el ingeniero Carlos Ospina, firma que inicialmente se dedicó a prestar servicios de consultoría a la empresa de Energía de Bogotá para desarrollar proyectos hidroeléctricos en la zona central del país. 

INTEGRAL nació como una iniciativa de los ingenieros José Tejada, su primer gerente, y Lucio Chiquito, a la cual se unieron los ingenieros Ignacio Arango, Leonel Calle, Josué Gutiérrez y Oscar Mejía. La firma inicialmente fue concebida para prestar servicios de ingeniería de consulta en los proyectos hidroeléctricos, de acueducto y alcantarillados que desarrollaba EPM, más tarde ampliados a proyectos de infraestructura vial del Ministerio de Obras Públicas.   

Quiero aquí rendir un reconocimiento al ingeniero Lucio Chiquito, maestro de muchas generaciones de ingenieros en Antioquia, y el primer profesional colombiano formado en la ingeniería de consulta.   

Una vez terminados sus estudios de posgrado en la Universidad de Victoria en Manchester, Inglaterra, el ingeniero Chiquito trabajó unos años en la consultora londinense Alexander Gibb and Partners. Una vez de regreso a su nativa Cali, Chiquito se vinculó a Chidral, la empresa pública vallecaucana dueña y encargada de los estudios de la Central Hidroeléctrica del Río Anchicayá; posteriormente fue llamado por la recién creada EPM para encargarse de los diseños de los aprovechamientos hidroeléctricos de la cuencas del río Grande y de los ríos Nare- Guatapé. En EPM se reencontró con el ingeniero José Tejada, su antiguo discípulo en la Facultad Nacional de Minas, con quien empezó a madurar la idea de fundar una oficina de ingeniería de consulta, que apoyase a EPM en sus proyectos hidroeléctricos, empeño este que recibió todo el respaldo del ingeniero Oscar Baquero, para entonces primer gerente de EPM. 

En 1971, Chiquito junto con otros ingenieros se separaron de Integral para crear Sedic, firma que ha llegado a consolidarse como otra gran empresa de ingeniería colombiana, una de cuyas grandes realizaciones es la Central de Betania, primer aprovechamiento hidroeléctrico del río Magdalena. Siguiendo su misión como académico, en 1978 junto con otros distinguidos ingenieros, Chiquito fundó la Escuela de Ingeniería de Antioquia. 

Para el auge de las empresas de consultoría en los años sesenta y setenta, fue fundamental la consolidación y formación de la Asociación de Ingenieros Consultores Colombianos AICO, fundada en el año de 1961. AICO, hoy parte de la Cámara Colombiana de Infraestructura, entre otras realizaciones, abrió el debate sobre temas trascendentales para el desarrollo y fortalecimiento de la ingeniería de consulta en el país.  En ese mismo periodo, la Universidad Nacional empezó estimular a sus profesores para que obtuvieran títulos de posgrado en los Estados Unidos, quienes a su regreso al país contribuyeron a la consolidación de la ingeniería de consulta. 

El aporte de las primeras empresas de consultoría al desarrollo de la ingeniería en el país es innegable. Aunque el estado actual de la consultoría en ingeniería difiere mucho de aquella gloriosa primera etapa, cuando era posible conformar grupos de trabajo interdisciplinario estables, es conveniente recordarla, evaluarla y retomar aquello que se ha perdido y que podría hoy reintroducirse en beneficio de la ingeniería, de los jóvenes egresados y del desarrollo del país.