11 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Inolvidable imagen de la impunidad

Descripción: escritor

Por Darío Ruiz Gómez 

Un policía liberado en la genial operación Jaque cuando un Comando del Ejército se hizo pasar por una misión de la Cruz Roja Internacional y engañó a un Comandante de las FARC haciéndole creer que iban a trasladar a quince secuestrados por órdenes de su Comando Mayor; y quien había permanecido secuestrado durante penosos ocho años sometido seguramente a tratos terribles, encadenado de pies y manos, atado a un árbol durante las noches, vejado inmisericordemente; hace poco días le contaba a un medio de comunicación que después de ser liberado y seguramente después de someterse a tratamientos médicos y psicológicos para recuperarse de las torturas e insanias físicas y psicológicas en uno de los Gulags del Mono Jojoy  la vida había continuado.

El espléndido testimonio de Ingrid  Betancourt escrito por un escritor fantasma es el análisis de formas de la violencia fariana calcada del régimen soviético o de del Pol Pot y aplicadas en Colombia con una mayor rigurosidad. Lo más conmovedor de esta historia acontece cuando, tiempo después, el militar es encargado de la seguridad de los congresistas y al entrar en el recinto sagrado de la democracia descubre estupefacto que allí están varios(as) de sus torturadores (as) vestidos de padres y madres de la Patria, ya que el Acuerdo de Paz Santos-Timochenko ha premiado su crueldad con una curul en el Congreso. En un flas back –volver atrás- de un hipotético guión cinematográfico este policía mientras observa a sus captores disfrutando de todas las prebendas que se les ha concedido, siente que se le agolpan en el cerebro las imágenes de esos espantosos días en los cuales fue sometido a toda clase de bajezas por sus captores.

Las lágrimas no serán la respuesta sino su interrogante sobre lo que puede significar la Justicia en un país donde quienes como servidores públicos la defienden con su vida y no llegan a entender que los verdugos sean reconocidos por el Estado mientras miles de policías y soldados continúan siendo tumbas anónimas.

¿No es la tarea de la Justicia Transicional “resolver los problemas derivados de un pasado de abusos a gran escala a fin de que todos los responsables rindan cuentas de sus actos”? 

“La impunidad se define-acudo al diccionario Google elaborado por verdaderos juristas- como la situación en la que una persona que cometa un crimen o un acto ilegal o reprobable queda sin castigo por lo hecho”. 

Escandalizados moralmente acabamos de asistir con estupor al crimen de una adolescente a manos de un pervertido sexual que después de violarla la descuartizó. El unánime grito de indignación no se ha hecho esperar pero es desde este caso para cuyo autor material unánimemente se pide la mayor de  las condenas, tal como yo mismo lo hago, que otra vez llamo la atención sobre el brutal descuartizamiento de 10 niños indígenas y de ocho adolescentes afrodescendientes a manos directas de Iván Mordisco y que no ha despertado la misma reacción de público repudio como no la ha despertado tampoco el cobarde asesinato de un padre y un hijo secuestrados por la Jaime  Martínez en Jamundí.

“La impunidad daña no solo el desarrollo de los individuos sino a toda la sociedad”. La ejemplaridad de la justicia queda en entredicho como lo pone de presente la JEP que contando ya con las confesiones personales de Comandantes(as) de las FARC reconociendo ser violadores de niñas y de niños, descuartizadores al hacer un aborto, documentos que todos hemos visto en la t.v.  se está negando a condenarlos creando frente a la opinión pública una grave ambigüedad jurídica al no dejar en claro con su versión de la Justicia Transicional si a los descuartizadores de un niño o una niña se los exonera de sus crímenes por razones políticas mientras solamente se condenan con el rigor debido y por la justicia ordinaria las monstruosidades de un individuo.