14 octubre, 2025

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¿Indígenas instrumentalizados? 

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Por Iván de J. Guzmán López 

Siempre hemos sido respetuosos de nuestros indígenas. Los hemos visto con cariño, casi románticamente cuando, en sus territorios, viven en perfecta armonía con su Pachamama, también conocida como Mamapacha o Mama Pacha. Pacha Mama (en quechua) es, según la enciclopedia Wikipedia,“el nombre que dan los pueblos de Los Andes a una deidad que adoran, considerada la personificación de la Tierra. En la mitología y religión incaica, es una diosa de tipo “Madre Tierra”, vinculada con la fertilidad, la siembra y la cosecha. También se le atribuye el poder de encarnar a las montañas y provocar terremotos. Es una deidad omnipresente e independiente, con un poder creador propio para mantener la vida”. ​ 

Hace poco visité Machu Picchu. Toda la magnificencia indígena y el respeto hacia la tierra se sienten desde lo más hondo en esos espacios. Machu Picchu, la ciudad sagrada para el imperio inca, es un foco de energía y espiritualidad en medio de la Cordillera de los Andes. A pocos kilómetros, como su hermosa puerta de entrada del mundo cultural, científico, antropológico, histórico y turístico, está Cusco. Su nombre “Qosqo”, traducido de la lengua quechua, quiere decir “ombligo o centro del mundo”. La ciudad de Cusco, capital cultural del Perú, con su fuerza arrolladora de historia, arte y belleza, nos habla de un pasado indígena que deslumbra al mundo entero. Aguas Calientes (Cusco pueblo), a medio camino entre Cusco Ciudad y Cusco Sagrado (Machu Picchu), parece un camino que viene desde lo más hondo de la historia y lleva a los confines del hombre mismo. En otra oportunidad hablaremos de ello, cosa que llevará varias columnas. 

Lo cierto es que hoy, hablando de estas bellas civilizaciones, debo acotar, específicamente, que buena parte de nuestros indígenas parecen haber extraviado esta hermosa filosofía de la Pacha Mama, y ahora se prestan (¿los obligan?) al abandono de sus tierras con una facilidad que produce miedo (por la pérdida de su identidad) y desprecio nuestro por los promotores de semejante saqueo cultural, filosófico, antropológico y religioso. 

Circula, de manera insistente en redes sociales, el siguiente mensaje:  

Los indígenas, en el gobierno de Petro apoyan la reforma laboral, pero no trabajan formalmente; marchan por reformas a la salud, pero tienen su propia medicina y no cotizan; exigen en las calles reforma a la educación, pero tiene su propia educación; exigen reformas agrarias, pero tienen extensas y buenas tierras. Antes de este gobierno, con Petro senador, protestaban en pueblos y ciudades por el alza en la gasolina y ahora no lo hacen; denunciaba con vehemencia el alza en los impuestos, ellos nunca pagan impuestos y ahora tampoco lo hacen. 

El periódico El Tiempo, en su edición de hoy, dice que: Organizaciones indígenas se unen a las movilizaciones convocadas por el presidente Petro. Anunciaron una minga nacional para defender las reformas sociales del Gobierno y la consulta popular. La noticia completa, dice que: “El próximo 18 de marzo, sectores afines al presidente Gustavo Petro saldrán a marchar en lo que el mandatario ha denominado el “comienzo de la consulta popular”, mecanismo convocado por el Gobierno tras el virtual hundimiento de la reforma laboral y que ha sido interpretado desde varios sectores como una estrategia de presión sobre el Legislativo. Al respaldo que han manifestado desde algunas centrales obreras, se suma el anuncio de seis organizaciones indígenas, que ese día llevarán a cabo una minga nacional en apoyo al Ejecutivo”. Los indígenas traídos en jaulas a las ciudades como ganado al matadero, para levantar la voz contra el congreso, contra la institucionalidad, contra el sistema democrático que eligió al mismo Petro. 

Todas las desgracias sociales, económicas y políticas se han ensañado ahora contra Colombia. Para colmo de males, parece que hoy, a los indígenas, alguien los incita, los autoriza a invadir propiedades privadas, y desde las oficinas del gobierno se hacen los de la oreja mocha: 

Mi amigo, el doctor Raúl Tamayo Gaviria, viene denunciando desde hace buen tiempo ya, el cómo un nutrido grupo de indígenas viene invadiendo predios de su finca Mocarí, sin que autoridad alguna haga nada. Por el contrario, antes era invasión disimulada, ahora han llegado hasta la propia casa de la finca, en actitud nada amistosa, que evoca al punto los versos de Valencia:  

…”Un airado fuego 
entre sus manos trémulas palpita, 
y sorda a la niñez, al llanto, al ruego, 
¡ruge la tempestad de dinamita! 
¡Son los hijos de Anarkos! Su mirada, 
con reverberaciones de locura, 
evoca ruinas y predice males: 
parecen tigres de la Selva oscura 
con nostalgias de víctima y juncales. 
El furioso caer de sus piquetas 
en trizas torna la vetusta arcada 
que erigieron al Bien nuestros mayores; (…)” 

¿Son nuestros indígenas instrumentalizados? Dura pregunta que a mi modo de ver tiene una respuesta dolorosa: sí.