4 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Incertidumbre y cambio social 

Dario Ruiz

Darío Ruiz Gómez 

Los colombianos (as) vivimos hoy en la mayor incertidumbre ante el nuevo gobierno pues si por la historia del petrismo y lo que ha predicado en su última campaña conocemos de los alcances a los cuales podría llevarnos su declarado populismo desde el momento de su posesión como Presidente esta incertidumbre se ha apoderado aún más de la ciudadanía que históricamente ha estado con la democracia y en defensa de las libertades conquistadas a través de nuestra vida republicana. 

Revolución o cambio fue una discusión que los marxólogos universitarios se hicieron en los años 80. 

A partir de Marx la idea de revolución supone la supuesta coyuntura para que toda una sociedad cambie, para que la historia de un giro de 360 grados y luego de la violencia revolucionaria venga esa armonía social anhelada. Arrasar el pasado histórico de una nación para construir a partir del vacío que supone una sociedad sin memoria otra sociedad” justa” es pues una gran falacia tal como lo demostró la crueldad del comunismo, el intento de suprimir al individuo e imponer la colectivización social uniforme.  Por eso cuando Petro nos anuncia que en Colombia lo primordial consiste en hacer de inmediato un cambio y que “la historia apenas comienza” no sabemos – dados sus antecedentes- lo que este enunciado supone ya que “cambiar” una sociedad significaría ni más ni menos que hacer tábula rasa de los valores sociales, religiosos para imponer de inmediato una dictadura totalitaria.  

Lo que llamamos tradiciones – la huella viva de la cultura de un pueblo- no es algo que se pueda suprimir caprichosamente como lo quiere nuestro populismo: la llamada cultura oral, la de la verdadera transmisión de saberes, que es propia de las de las sociedades agrícolas, del pueblo artesano, la de las etnias, memoria de palabras, fuente eterna de la riqueza lingüística no puede ser borrada de cuajo por un Comisario(a) de Cultura, por un grosero “lenguaje inclusivo”. ¿Quién puede borrar la memoria católica que ha sido tanto para el pobre y el trabajador como para el católico de todas las clases una fuente universal de superación en la fe y un aporte de civilización?  

Entrar en la incertidumbre ante estas amenazas totalitarias es la reacción lógica de quien presagia que los valores de la civilización están en peligro, que algo extraño flota en el ambiente. En Cuba, Nicaragua, Venezuela la corrupción es la definición misma de Dictadura a través de una nueva oligarquía, de una burocracia mediocre que suplanta la estructura jurídica de un Estado de Derecho para esclaviza a los pobres y lanzar a la diáspora a millones de aterrados ciudadanos(as). Es la crisis de la economía azotando la vida de la familia la causante de la desesperación que la inflación causa en cada ser derrotado que ha vuelto a ver la miseria en las ciudades y los caseríos tal como sucede hoy en Estados Unidos con ese intangible paso del terror que surge ante la felicidad perdida. Los millones y millones de argentinos que fueron confinados en la miseria por la corrupción de Cristina Fernández Kirchner y sus gorilas peronistas condujo a formas inauditas de sometimiento social pero también hoy al surgimiento de un vigoroso movimiento democrático que va a restaurar las perdidas libertades. Recordemos finalmente con Sartoris: “¿Debe permitir una democracia su propia destrucción democrática? Es decir ¿Debe permitir que sus ciudadanos elijan a un dictador?” La verdadera oposición reside en la defensa de la libertad y se fundamenta en la crítica atenta y vigilante de este estado de cosas.