2 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Hablando de Bergoglio el populista

Dario Ruiz

Por Darío Ruiz Gómez 

Hace ya casi dos meses que Yolanda Díaz, Ministra de Trabajo del Gobierno español, militante comunista, viajó a entrevistarse con el Papa en la Santa Sede en una inesperada audiencia que con ribetes de puro oportunismo podrían beneficiar su acogida ante un electorado que conoce ya de las debilidades de Sánchez como un gobernante sin personalidad. 

¿Recuerdan la también “inesperada” visita de Cristina Kirchnner a su viejo amigo? ¿El desaire a las Damas de Blanco y en cambio su caluroso saludo a los hermanos Castro en la Habana? ¿Fue cierta la audiencia a Petro? ¿Por qué figuras radicalmente opuestas al catolicismo lo buscan?  

Juan José Sebreli –  a quien me ha referido en otras ocasiones –  un notable pensador argentino autor de textos tan importantes como “Buenos Aires: vida cotidiana y alienación, “Fútbol y alienación” análisis  profundos de unas formas de vida urbanas, de lo que llega a suponer la masificación del deporte, publicó en 1991 “Un asedio a la modernidad”, exhaustiva descripción y análisis de lo que para los diversos intentos de una modernidad en Latinoamérica  basada en los Derechos Humanos, el libre juego de Partidos, el papel iluminador de la ciencia en su intento de fundamentar lo que debían ser unas democracias modernas, implicó ese palo en la rueda que fue y lo es hoy la irrupción de los llamados  movimientos indigenistas con su retorno a una nueva barbarie, propuesta abiertamente rechazada por Mariátegui, el pensador marxista peruano, los populismos retrógrados como expresión de odio a las conquistas de la modernidad, al legado hispánico tal como – volvamos a recordar- lo hizo Perón al destruir un Estado y una economía modernas inventándose la presunta defensa de unas masas de “descamisados” a los cuales como señala Sebreli nunca se los sacó de su condición de pobreza, no se los integró a la sociedad, ni se les reconoció en el amor como prójimos y en cambio se los sumió en las tinieblas de la miseria. ¿Quién habló de López Obrador? 

La pobreza es austeridad, vivir sin ostentación, tal como lo predica el ejemplo de Cristo, lo ejemplifican San Francisco, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, pero otra cosa es la miseria que estos populismos traen con gobiernos donde sus dirigentes se convierten en nuevos ricos desafiantes mientras proliferan las alucinantes Villas Miserias, verdaderos infiernos en los cuales la humillación humana llega a extremos inconcebibles. 

 Sebreli que ha sido amigo desde su juventud y lo conoce íntimamente no dudó en tachar a Bergoglio de “líder del populismo mundial” cuando éste fue reconocido como Papa.  

El Papa, hay que decirlo, que escindió en dos la figura del representante de la fe católica sobre la tierra– una fe donde el pobre tiene libre albedrio, un alma universal- para incorporar al Bergoglio peronista que desde el Vaticano ha sido y sigue siendo un defensor firme de estos populismos.  

Como católico estoy llamando la atención no sobre el Papa que universalmente debe representar a los pobres del mundo sino que –tal como el propio Bergoglio lo ha permitido al anteponer a su misión evangélica la de un simple agitador político- criticar a quien ha puesto en duda la legalidad de una Institución como la Iglesia y sobre todo su legitimidad como señala Agamben al exaltar la figura venerable de Benedicto XVI cuya luminosa voz no nos ha permitido escuchar la algarabía de los populistas.