19 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

¿Es posible un fraude electoral masivo en Colombia?

Guillermo Mejia Mejia

Por Guillermo Mejía Mejía (foto) 

Definitivamente no es posible y veamos por qué. El proceso electoral colombiano es semiautomatizado, vale decir que si bien el acto de votar se hace todavía en papel, otros pasos anteriores y posteriores al voto en el cubículo sí están manejados electrónicamente. 

La escogencia de jurados, que antes se hacía manualmente tomando los nombres que suministraban las entidades del gobierno, la empresa privada, el magisterio y los partidos políticos hoy se hace mediante un software que los escoge aleatoriamente. La trampa que se hacía antes, especialmente en Barranquilla, de colocar en la fila para votar a calanchines de candidatos y dejar que los jurados nombrados no asistieran y así permitir que el registrador, aliado de los tramposos, los designara, ya no es posible porque se debería tener acceso al software y modificarlo de tal manera que los jurados se conocieran antes y se coaligaran para hacer el fraude. En el 2.016 se instalaron en el país 81.925 mesas que seguramente subirán por lo menos a 100 mil para el 2.022 lo que da una cifra posible de 600 mil jurados de votación. Seis por mesa. 

Cuando los jurados se conocían entre sí y representaban a un candidato tramposo, era posible que alteraran las sumas de los formularios E-14, que es el formulario del escrutinio de mesa, pero esa trampa tenía que contar con la anuencia de los testigos electorales. Hoy en día con la tecnología que se maneja por parte de testigos electorales y de la Registraduría, estos documentos, si alguien los altera, de inmediato se sabrá porque la foto ya se encuentra en el celular de estos y en la “nube”, subidos por la Registraduría. 

Los documentos electorales que antes se guardaban en “urnas triclave” para trasladarlos al otro día que comenzaban los escrutinios, ya no es posible porque estos comienzan una vez termina la votación. Eso de que la luz se va y en ese intervalo se cambian los resultados electorales de determinado recinto clave no deja de ser el resultado de una imaginación calenturienta. ¿O sea que los perjudicados no ven y los tramposos sí? 

Es probable que el mayor peligro de cometer fraude sea en el proceso entre el escrutinio de jueces y notarios, que no cuentan votos sino actas, y el resultado final que se da en el formulario E-24, que es la suma de todos los formularios de mesa (E-14). Este proceso está actualmente automatizado y el código fuente solo lo conoce la Registraduría y la Procuraduría General de la Nación, pero aun así las inconsistencias que se han encontrado parece que nos dan la razón. 

Dos veces se ha demandado toda la votación para Senado. La primera fue en el 2.002 por la Procuraduría y la segunda por el Partido Mira. En las dos demandas el resultado final fue la anulación de tres credenciales y el ingreso de tres senadores nuevos. En el 2002 el total de votos anulados fue el 0.167% del total de la votación de aquel año. Esas dos demandas demuestran que hubo inconsistencias, pero no fraude. 

Las peleas que se presentan en todos los escrutinios de Senado por los últimos lugares con razón se han denominado “la guerra de las colas” y se da entre los candidatos que ocupan los últimos lugares para validar reclamos que se hicieron en su momento y que no se han resuelto. Ahí nunca se presentarán reclamos por cifras escandalosas. 

Para la elección de cargos uninominales vale decir Presidente, gobernadores y alcaldes, el preconteo, que es inmediato, con boletines cada dos o tres minutos hace imposible que se cocine un fraude masivo. Lo peor que le puede pasar a un sistema electoral es el silencio del órgano encargado de divulgar los resultados. Lo que no se debe permitir nunca es que la votación y el escrutinio de mesa sean electrónicos porque se puede dar el caso de unos resultados muy apretados, muy cerca el uno del otro y lo que es peor, entre los candidatos en segunda vuelta presidencial. Mientras podamos contar los votos en papel, cuantas veces sea necesario para este evento, estamos salvados. Pero ¿qué tal una votación electrónica cuyos resultados dependan de unas cajas negras encriptadas sometidas a la voracidad de los hackers?  

Si alguien cree que es posible un fraude masivo electoral en Colombia, vale la pena que nos lo explique y buscamos juntos la forma de evitarlo. 

Los fraudes que son inevitables por cualquier sistema electoral son el dinero o la violencia. 

Como dice el profesor Enrique Chaparro, presidente de la Fundación Vía Libre de Argentina: 

Ninguna trampa convierte una elección 60-40 en una 40-60”