Llama la atención el desinterés generalizado por los problemas de mayor impacto en la salud mental de los colombianos. El estriptis verbal se desliza con facilidad alrededor de los temas relacionados con la farándula de sicarios, el abandono de perros, los linchamientos en vía pública, los videos porno, los relatos ficticios, el fútbol y la zoología política. Trascienden más los vetustos implantes de la pretendida “diva” de turno que los casos de abuso sexual y maltrato de miles de niños. Cuando una sociedad se vanagloria de tener más mascotas que, pequeños en las casas, algo pasa con la especie humana. Lejos de los adulterados datos estadísticos de la corriente ‘animalista’ que sitúa a la persona en la categoría de desecho tóxico; es decir, concebir hijos contamina más el mundo que la cadena de producción de alimentos para animales, los excrementos, las garrapatas, las bacterias y los virus que transmiten millones de especies domésticas. Esta naciente versión del ‘ku klux klan’ persigue la huella de carbono en los individuos y no en la educación climática como contenido esencial de respeto a la vida y protección del medio ambiente. (Lea la columna).
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