Desde tiempos inmemoriales se ha vendido la idea que los partidos polÃticos están integrados por personas que comparten una ideologÃa y que de acuerdo con su pensamiento, son calificados como de izquierda, centro o derecha. Y hasta apellido le han inventado: moderado, extrema, etc. Aunque verdaderamente son muy pocos los que entienden que es la ideologÃa polÃtica y que significa pertenecer a derecha, izquierda o centro.
La palabra ideologÃa proviene del griego y está conformada por dos partÃculas de dicha lengua: idea, que es apariencia o forma y el sufijo logia que corresponde a estudio.
La ideologÃa es entonces el conjunto de ideas fundamentales que definen el pensamiento de una persona o de un grupo de personas.
La polÃtica es una actividad orientada de acuerdo con las formas ideológicas a la toma de decisiones de un grupo, para lograr algunos objetivos con el fin de ejercer un poder.
¿Cree usted amable lector que esa cauda de acólitos que acompañan diariamente a los candidatos a diferentes cargos públicos conocen y tienen clara cual la ideologÃa polÃtica de sus jefes?
Si existen, son la excepción; aquellos personajes de algún partido polÃtico o miembro de cualquier movimiento creado con fines electoreros que tenga ideas firmes, inquebrantable.
En cambio son muy comunes aquellos personajes
que han utilizado a los partidos polÃticos para hacerse a un cargo por elección o por designación, con el propósito de ejercer un poder y, principalmente, de hacerse a un patrimonio, hacerse rico, cuando no millonario, con el  argumento de que lo que le importa es ayudar a sus conciudadanos, a beneficiar a los pobres, estos pobres que solo son utilizados para que sus lÃderes practicantes de la polÃtica, se conviertan en millonarios.
Las jornadas electorales, revelan claramente que la polÃtica, es un negocio. Las campañas, que cada vez más son ejercicios de mercadeo, se sostienen con dinero. Se gastan dinero público y privado, capitales declarados y capitales ocultos. Las campañas, en mayor o menor medida, son como spots comerciales que promueven una mercancÃa, exageran sus bondades o simplemente se las inventan reforzadas con  los viejos discursos ofreciendo las maravillas que se harán si el pueblo los acompaña con su voto.
Las encuestas, otro negocio cosido a la polÃtica; llegaron, se pusieron de moda y se consolidaron, amparadas en discutibles principios cientÃficos cuya apariencia radica solamente en el manejo de números, el pomposamente llamado ejercicio demoscópico que puede crear a su vez apariencias con efectos muy reales.
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