2 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

“El rector no me da la cara”: Stephanie Rendón Zapata 

@UdeMedellin  

Supuestas irregularidades en el despido suyo de la Universidad de Medellín, denuncia la abogada y profesora Stephanie Rendón Zapata, quien afirma que la institución aduce para hacerlo “un acto de autonomía contractual”, mientras que ella argumenta que la echaron porque “dije que el decano de la facultad de derecho es un misógino”. 

La profesora Rendón Zapata (foto), una de las mejores calificadas en la Universidad, sostiene que la despidieron “sin ningún llamado de atención, sin ninguna acción de mejora. Sin ninguna valoración objetiva de mi proceso laboral. Sin perfil de mi cargo ni manual de funciones. Sin ningún respeto por mi dignidad. Sin ninguna indagación sobre el victimario que denuncié y ordenó mi despido”. 

Ella le comentó a El Reverbero de Juan Paz que les envió carta al Rector, a la Consiliatura y a Bienestar Universitario “para denunciar este despido soportado en un acto de violencia basada en género”. Manifestó que ha intentado hablar con el rector, pero que no le ha dado la cara. 

El Reverbero de Juan Paz se permite compartir apartes del contenido del texto de la tutela presentada por la abogada Stephanie Rendón Zapata, como accionante, por presuntas irregularidades presentadas en la Universidad de Medellín, accionada, en el tratamiento particular que ha recibido por parte de la institución, el rector Federico Restrepo y el decano de derecho, José Luis Jiménez, que terminó con el despido, a su criterio, injusto. 

El Juzgado Cuarto de Ejecución Civil Municipal de Medellín, concedió de manera transitoria el amparo, con medida provisional para proteger los derechos fundamentales a la dignidad humana, no violencia contra la mujer, no discriminación, libertad de expresión, debido proceso, trabajo y mínimo vital y advirtió a la abogada Rendón Zapata, iniciar la acción ordinaria ante el Juez competente, con la finalidad de reclamar los salarios y prestaciones económicas a las que considera tener derecho. Saquen ustedes las conclusiones. (Documentos en poder de El Reverbero de Juan Paz). 

Medidas provisionales: 

Pretensiones de la profesora y abogada Stephanie Rendón Zapata

“1. Mi reintegro inmediato a un cargo de iguales o mejores condiciones al que ocupaba al momento de mi desvinculación. 

2. La suspensión inmediata de todo despido sin justa causa que se estuviere fraguando en retaliación a las mujeres víctimas de violencia basada en género al interior de la Universidad de Medellín. 

3. Exhorte a la Accionada abstenerse de efectuar despidos sin justa causa de inmediato, mientras este Amparo se concede, toda vez que las declaraciones que ha hecho ante la prensa dejan entrever el riesgo inminente de despidos de profesoras para justificar una reestructuración administrativa que no estaba planeada, no tiene ninguna relación con mi despido ni responde a criterios objetivos de evaluación según estatuto profesoral”. 

Hechos: 

Machismo. 

“Sexto. Casi de inmediato empecé a notar actitudes machistas por parte del decano de la Facultad. 

Séptimo. Detallo algunas conductas que llamaron mi atención: a menudo escuché sus gritos en su oficina que es contigua a la mía. Gritos e insultos por teléfono cuando pasaba por el pasillo cuyo lindero con mi puesto de trabajo es una vidriera y ventana. 

Cuando él pasaba por allí casi siempre me saludaba amablemente, igual lo hacía yo. En una ocasión me asustó verlo silenciosamente parado detrás de mí, observando lo que hacía en mi computador. 

Durante una reunión del Comité Técnico de Investigaciones (que ocurría cada 15 días) surgió una duda basada en un documento. Él se retiró mientras yo pregunté por el WhatsApp (a quien redactó el documento) y la duda fue solucionada de inmediato, así lo aclaré al comité y cuando el decano volvió (absolutamente roja su cara y ojos) empezó a vociferar que quién había hecho esa consulta, que lo que pasaba en el comité no tenía por qué salir de esa mesa, mientras golpeaba la mesa. 

Yo intenté explicarle que simplemente estaba solucionando una duda muy concreta y esa era mi función, solucionar problemas, ese fue el día que los gritos se dirigieron a mí. Yo intenté explicar, pero no fui oída. Una vez el comité terminó mis colegas fueron a mi oficina a ver si estaba bien y no… no estaba bien… tuve miedo y me sentí angustiada y violentada. Yo no hice nada malo, solucioné algo que debía ser solucionado, solo que no a su manera. 

En otra ocasión requerí presupuesto para realizar un evento de extensión de gran impacto. Organicé un conversatorio con los autores de la Acción de Inconstitucionalidad sobre la eutanasia. El presupuesto nunca fue concedido por el decano y con ayuda de una colega (con más tiempo en la Universidad que yo) a punta de pedir favores pudimos realizarlo. Antes del evento le vi hablando de manera muy intimidante (nuevamente rojas la cara y los ojos) con mi colega, esto fue evidente incluso para los panelistas. Al día siguiente fui citada por el decano y acaloradamente regañada por no haber puesto una silla para él en el panel. Nunca me dijo que lo hiciera ni que le importara participar del conversatorio. Me dijo “te las estoy contando y llevas 4” mientras con sus manos hizo un gesto como de estar lanzando folios al aire entre sus palmas. Nunca entendí cuáles eran las 4, ni qué era lo que estaba contando, ni hasta cuánto iba a contar. Me sentí amenazada con esta 

frase. Yo no hice nada malo, el evento fue exitoso y de repente yo tuve miedo”. 

Desaparición de denuncias 

“Duodécimo. Llamó mi atención que una de esas iniciativas (estudiantil, no institucional) colectivo feminista dedicado a la educación en violencia de género y al Escrache de profesores y estudiantes acosadores (El grito de Pandora en Instagram) puso una caja en la Facultad de Derecho destinada a recibir las denuncias de estudiantes y profesores para su posterior publicación. La caja desapareció y la decanatura nunca abrió ninguna investigación al respecto. 

Escuché la aterradora historia de una profesora que fue arrastrada del pelo por su pareja sentimental a lo largo de un pasillo de la Facultad de Derecho, sin ninguna consecuencia”. 

Temor a denunciar 

“Decimocuarto. Me quedó claro que el temor a denunciar era razonable. Entendí que ante un caso de violencia de género el único recurso sería acudir a Bienestar Universitario y que allí no sabrían qué hacer. Supe que la pasividad y tolerancia frente a las violencias basadas en género era institucional y yo no podía hacer nada por cambiarlo salvo sentir crecer en mí la incomodidad y el miedo”. 

Impotencia 

“Decimoquinto. Con habitual frecuencia noté en las conversaciones con mis colegas lugares comunes, incómodos y dolorosos lugares comunes. Chistes sexistas. Mujeres llorando de impotencia al sentirse violentadas por el decano. Una mujer mayor, eminencia de la academia y símbolo de la Universidad de Medellín que salió llorando de la oficina del decano y tuvo que cancelar su clase de ese día por la afectación emocional que esto le causó (más detalles en hecho trigésimo cuarto). 

Investigadoras angustiadas porque de repente el decano les dejó de hablar cuando antes las tenía en cuenta para todo. Angustia por pensar que iban a ser despedidas sin saber por qué. Deseos de cambiarse de facultad para alejarse de la violencia. Una de ellas pidió al Rector precisamente eso, autorización para cambiarse de facultad. La autorización fue concedida.” 

Pánico 

“Vigésimo. Ese mismo día jueves 20 de enero, por un dolor en el pecho me realicé una ecografía de mama en la que resultó un hallazgo “de mediano riesgo”. Esta valoración me llenó de pánico al punto de no poder pensar en otra cosa que en mi propia salud. 

Jueves y viernes asistí a mi puesto de trabajo en una suerte de angustia y automatismo que consideré menester advertir al decano, por eso el viernes a la 1 de la tarde le escribí en su WhatsApp “Hola! Con las felicitaciones y deseos de salud y tranquilidad por tu cumpleaños, quiero pedirte 5 min para hablarte en privado. Ojalá pudiera ser hoy. Quedo atenta”. 

Quise hablar con el decano en privado porque quería explicarle mi condición de salud y la necesidad de formación urgente en violencia de género para él y todo el personal administrativo y docente. Pensé muchísimo en la forma de abordar el tema y concluí que tenía que ser en privado, porque si lo proponía en presencia de otra mujer, podría tener lugar un “careo” y no era de mi interés discutir sino materializar la voluntad institucional para la formación en Nuevas Masculinidades y de esa forma 

aportar a la erradicación de la violencia de género en la Facultad”. 

Silencio 

“Vigésimo primero. No recibí respuesta y persistió en mí el miedo, el terror al cáncer durante el fin de semana. Moví todo lo que pude mover para lograr exámenes a primera hora del lunes. Cerca del mediodía recibí los resultados de la biopsia con diagnóstico Benigno. 

Fui entonces a la oficina del decano, el lunes en la tarde, con una bolsa de hielo en la mama, ratifiqué que quería hablar con él en privado pero sus dos asistentes no se movieron de donde estaban. Supe que no podría tocar el tema de la necesidad formativa en erradicación de violencias de género y me limité a explicar las circunstancias de afectación emocional y profunda ansiedad en las que me encontraba desde el jueves. Me pidió información sobre la comunicación con un egresado pendiente de su trabajo de grado (Alex Flórez), me pidió le reenviara el par de mails que había intercambiado con el egresado”.  

Despido injusto 

“Vigésimo segundo. Un momento después me llamaron de Recursos Humanos, me pidieron acercarme a la oficina que la jefe del departamento necesitaba hablar conmigo. Fui y allí estaba sentado el decano, cara y ojos enrojecidos como cuando nos grita o cuando nos quiere gritar. Evitó pronunciar palabra. Evitó mirarme cuando le pregunté qué estaba pasando, solo miró a la jefe de recursos humanos, abriéndole los ojos para que fuera ella quien diera las “explicaciones”: La Universidad decidió dar por terminado tu contrato laboral. Por favor me firmas el recibido y me llenas este formato. 

Vigésimo tercero. Volví a preguntar qué estaba pasando, ahora temblando. Él volvió a abrirle los ojos a ella en absoluto mutismo. Es una “decisión institucional”. ¿Quién tomó esta decisión decano? ¿Por qué? Él señaló al techo, en ademán de “lo decidieron los de arriba”. Ella repitió, “es una decisión institucional”. Pregunté en qué se basaba la decisión administrativa, le pregunté a él en qué se había basado para esta decisión. 

Siguió señalando arriba y ella agregó “reestructuración administrativa”. 

Sin respuesta 

“Vigésimo sexto. Le dije al decano que necesitaba hablar con él y el vicerrector académico de inmediato, ya eran las 6 de la tarde del lunes 24 de enero. La jefe de recursos humanos insistía en que firmara el recibido y llenara el formato. Con la bolsa de hielo en la mama y temblando firmé el recibido de mi carta de despido sin justa causa. 

Vigésimo noveno. Tanto a la jefe de Recursos Humanos como al vicerrector académico y al decano les rogué prorrogar un par de días esta decisión. Expliqué que no podría tramitar un nuevo miedo, que justo acababa de salir de una semana miserable en la que temí por mi vida. A los tres les rogué darme un par de días para enfrentarme a este despido injustificado con mi salud emocional en mejores condiciones, les rogué humanidad y compasión. Los tres solo repitieron mecánicamente es potestad del empleador dar por terminado el contrato sin justa causa”. 

Maltrato 

“Trigésimo segundo. El ruido que genera la conducta sistemática del decano de la Facultad de Derecho 

hace que le temamos. Es evidente la afectación del clima laboral y la tensión por el maltrato sicológico (y ahora económico) que perpetra sin miramientos ni 

consecuencias. 

Trigésimo tercero. Somos muchas las mujeres que -en la facultad de derecho- hemos sufrido su violencia y misoginia, todas decididas a no denunciar para conservar nuestro trabajo. 

En palabras de La Directora y la Coordinadora de acceso a la justicia y no violencia contra las mujeres (Corporación Sisma Mujer), reproducidas por la Corte Constitucional en la Sentencia T878 de 2014: 

La mujer es revictimizada cuando denuncia a su agresor y en su empleo es objeto de: (i) acoso laboral, (ii) calificación como mujer problemática, (iii) aislamiento social y laboral, (iv) investigaciones disciplinarias y/o (v) despido. Con ello se refuerza el mensaje social de la naturalidad de la violencia y las consecuencias que deben afrontar las mujeres si deciden llevar el asunto de lo privado a lo público. 

Trigésimo cuarto. El miércoles 26 de enero envié carta a Rector, Consiliatura y Bienestar Universitario 

para denunciar este despido soportado en un acto de violencia basada en género. 

Al momento de interponer esta tutela no he recibido ninguna comunicación institucional más que la orden de renunciar a los poderes…” 

Efecto emocional. 

“Trigésimo quinto. Por la afectación física, emocional y mental en la que me encuentro, solicité acompañamiento en la línea 123 mujer y allí atendieron mi requerimiento y estoy siendo acompañada por el equipo con el radicado 22012800050”. 

Mentiras. 

“Trigésimo sexto. …Este hecho me genera muchas preocupaciones: 

a. El Rector mintió cuando en diciembre dijo que no habría despidos por la puesta en marcha del plan de desarrollo. 

Además, existe una profunda incoherencia entre sus discursos públicos propendiendo por la defensa de los derechos humanos y los derechos de Las Mujeres y su actuación silenciosa frente a la denuncia de violencia de género que causó mi despido, la cual le comuniqué en detalle a él y a la Honorable Consiliatura vía correo electrónico en la mañana del miércoles 26 de enero de 2022. 

b. La vicerrectora de investigaciones mintió cuando dijo que la ejecución de la reestructuración administrativa nacida del plan de desarrollo iniciaría en 2023. 

Según lo divulgado a lo largo del 2021 por vicerrectora de investigaciones en varias reuniones (grabadas en Teams, sistema de reuniones virtuales de la Universidad de Medellín), la contratación de coordinadoras administrativas para los Centros de Investigación en lugar de encargo de esa labor a las profesoras de tiempo completo se informó para después del 2023. 

c. La “reestructuración administrativa” en la que la accionada soporta el motivo de mi despido es una excusa irracional. No justifica el despido de Docentes de tiempo completo y choca con decisiones institucionales como la reforma de la estructura salarial que acompañó la reestructuración aprobada desde el 18 de junio de 2021 y aún no se ha implementado. 

A mujeres con cargos administrativos de la Universidad de Medellín no se les ha aplicado la mejora salarial mientras en convocatoria en página web se ofrecen cargos del mismo nivel con nuevos y mejores salarios… 

El incremento salarial del IPC es una obligación adquirida por la Universidad dentro de los compromisos asumidos cuando se disolvió el sindicato. Hasta el momento no se ha aplicado y pareciera q no se va a aplicar. (Carta de despido). 

Los salarios en las contrataciones laborales se han vuelto amañados después de la aprobación de la nueva estructura organizacional consagrada en el decreto 3 del 18 de junio de 2021. Algunas personas nuevas tienen salarios superiores a las trabajadoras antiguas, a pesar de estar en el mismo orden jerárquico o cumpliendo las mismas funciones”.