19 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El poder de la palabra: La palabra tiene valor

@GobAntioquia @LuisFSuarezV @anibalgaviria 

Por Luis Fernando Suárez Vélez 

Gobernador encargado de Antioquia 

Hace poco más de un año, cuando decidí abrir este espacio para celebrar el poder de la palabra, tenía como propósito llenar de argumentos y reflexiones el ejercicio de lo público, proponer puntos de vista y motivar discusiones y propuestas para alimentar el diálogo y elaborar desde la diversidad y la diferencia. Pero, además, lo hice con la conciencia de que la palabra tiene poder para acariciar o atropellar; que puede servir para iluminar caminos lo mismo que para cimentar odios, discriminar, señalar o injuriar. La palabra puede llevar el mensaje del odio, pero también es el vehículo para transmitir vida y esperanza. 

Para nosotros, tiene sentido en la medida en que le damos valor a las palabras, en que nos comprometemos a fondo con lo que decimos, no como la declaración de un inamovible sino desde la convicción ética que las impulsa. Dice un aforismo popular que no se debe decir todo lo que se cree, pero sí creer todo lo que se dice. Un llamado sencillo al compromiso con la verdad: si no lo creo, si no estoy dispuesto a defender y argumentar, no lo expreso. Implica por supuesto, una determinación profunda de coherencia que no puede ser impuesta, sino que está fundamentada en el sentido moral frente a los hechos, las creencias y el respeto por los otros. 

Por supuesto el mundo de las ideas se debate desde posiciones filosóficas, se reta desde los argumentos y se sustenta en reflexiones. La mejor expresión de respeto por las ideas ajenas es ponerlas en cuestión, analizarlas, sopesarlas, confrontarlas con nuevos argumentos y realimentarlas cuando hay lugar a ello. El mundo de las ideas es el de la inteligencia, el que renuncia a los insultos, las descalificaciones, las agresiones y, naturalmente, a las vías de hecho como mecanismo para saldar diferencias. 

Todo parece indicar que nos tocó vivir una época en la que resulta más atractivo tener una tribuna amplia que encontrar qué decirle. Ha hecho carrera, sobre todo en lo público, la facilidad para hacer promesas, expresar compromisos, ilusionar con anuncios, y después escurrir el bulto, como se dice popularmente. El valor de la palabra que para los mayores tenía peso notarial, parece en desuso por estos tiempos. 

Pero como ya dije, el valor de la palabra tiene un hondo componente ético y por eso para quienes compartimos el proyecto político de Aníbal Gaviria Correa es un imperativo. Lo nuestro no son los anuncios ni las expresiones promeseras. Cada compromiso que hacemos es sujeto de seguimiento, verificación y cumplimiento. Estamos convencidos de que el poder de la palabra reposa en el valor que le damos, por eso cuando la empeñamos la honramos y la hacemos respetar, porque implica el reconocimiento y la dignificación del otro. 

Ese es el espíritu que anima nuestro estilo de gobierno. Por eso, nuestra manera de relacionarnos con los ciudadanos es a través de la materialización de un Plan de Desarrollo construido a muchas manos y escuchando muchas voces; y nuestros compromisos con los municipios los tramitamos en las Jornadas de Acuerdos Municipales que expresan el valor de la palabra empeñada en términos de programas y proyectos sustentados en las necesidades de las comunidades, no en componendas ni compromisos politiqueros. Nuestro vínculo con las comunidades y sus líderes se basa en el respeto y en la transparencia con que afrontamos las relaciones. 

Una manera de ser y de hacer que nos permite mirar a la cara a los dirigentes políticos, a los líderes sociales y empresariales, a los voceros académicos y del sector cultural, a los congresistas, a los diputados, a los alcaldes, a los hombres y mujeres que habitan el territorio, para decirles que los respetamos y que honramos nuestros compromisos. Una actitud que además implica reconocer los errores, los fallos, los faltantes, y actuar en consonancia para enmendar lo que haga falta, corregir el camino y cumplir a cabalidad los compromisos. 

Con esa convicción profunda, hemos suscrito acuerdos con todos los municipios del departamento y les hacemos seguimiento y verificación. Con el mismo impulso, nos hemos comprometido con los departamentos vecinos en acuerdos supra departamentales que buscan llevar progreso y bienestar a las fronteras compartidas, con la visión de nos unen, no que nos separan. Compromisos que también honraremos así sea escaso y difícil en el ejercicio de lo público. La nuestra es una palaba que una vez empeñada cobra sentido de obligatoriedad y valor ético.