Saltar al contenido
Haga Click
Por Luis Carlos Correa Restrepo
ME LLAMO ROSA
El primer dÃa de universidad un profesor se presentó y nos desafÃo a que nos presentaremos a alguien que no conociéramos todavÃa. Me quedé de pie para mirar alrededor cuando una mano suave tocó mi hombro. Miré para atrás y vi una pequeña señora, viejita y arrugada, sonriéndome radiante, con una sonrisa que iluminaba todo su ser.
Ella me dijo: «mi nombre es Rosa. Tengo 87 años de edad, ¿puedo darle un abrazo?» Me reà y respondÃ: ¡Claro que puede!
Y ella me dio un gigantesco abrazo.
– ¿Por qué está Ud aquà en la facultad en tan tierna e inocente edad?
Pregunté. Y me respondió: «Estoy aquà para encontrar un marido rico, casarme, tener un montón de hijos y entonces jubilarme y viajar!». Está bromeando le dije.
Yo estaba curioso por saber que la habÃa motivado a entrar en este desafÃo con su edad, y ella me dijo: «siempre soñé con tener estudios universitarios y ahora estoy teniendo uno». Después de clase caminamos hasta el edificio de la federación de estudiantes, y compartimos un batido de chocolate. Nos hicimos amigos instantáneamente.
Todos los dÃas en los siguientes tres meses tenÃamos clase juntos y hablábamos sin parar. Yo quedaba siempre extasiado oyendo a aquella «máquina del tiempo» compartir su experiencia y sabidurÃa conmigo.
En el curso de un año Rosa se volvió un Ãcono en el campus universitario y hacia amigos fácilmente donde quiera que iba. Adoraba vestirse bien, y se reflejaba en la atención que le daban los otros estudiantes. Estaba disfrutando la vida… Al fin del último semestre invitamos a Rosa a hablar en nuestro banquete del equipo de fútbol. Fue presentada y se acercó al podium. Cuando comenzó su charla dejó caer tres de sus hojas al suelo. Frustrada, tomó el micrófono y dijo simplemente: «Disculpen !Estoy tan nerviosa! Nunca lograré colocar mis papeles en orden de nuevo, asà que déjenme hablar a ustedes sobre aquello que yo sé».
Mientras reÃamos ella despejó su garganta y comenzó:
«No dejamos de jugar porque envejecemos; envejecemos porque dejamos de jugar. «Existen solamente tres secretos para que continuemos jóvenes, felices y obteniendo éxito: – Se necesita reÃr y encontrar humor en cada dÃa. – Se necesita tener un sueño, pues cuando estos se pierden, uno muere…
¡Hay tantas personas caminando por ahà que están muertas y ni siquiera lo sospechan! Se necesita conocer la diferencia entre envejecer y crecer.
Si Ud tiene 19 años de edad y se queda tirado en la cama por un año entero sin hacer nada productivo, terminará con veinte años… Si yo tengo 87 años y me quedo en la cama por un año y no hago nada, quedaré con 88 años …
Cualquiera consigue quedar más viejo. Eso no exige talento ni habilidad.
La idea es crecer a través de la vida y encontrar siempre oportunidades. Los viejos no se arrepienten por lo que hicieron sino por lo que dejaron de hacer.
Las únicas personas que le tienen miedo a la muerte son aquellas que tienen remordimientos.
Al fin de ese año, Rosa se graduó. Y una semana después de recibirse, Rosa murió tranquilamente durante el sueño.
Más de dos mil estudiantes fueron a su funeral en tributo a la maravillosa mujer que enseñó, a través del ejemplo. Que nunca es tarde para ser todo aquello que uno puede probablemente ser.
Envejecer es obligatorio, crecer es opcional.
En memoria de Rosa.
Extractada de internet.
Relacionado
Post navigation
Más historias
Crónica # 1234 del maestro Gardeazábal: La curva de las feas
Si Colón hubiera tenido reducido Twitter original
La dura reprimenda a la juez Sandra Heredia